No hay vuelta atrás: a medida que el exceso de calor y energía calientan el océano, el cambio en la temperatura provoca efectos progresivos y sin precedentes, que incluyen el deshielo de los polos, el aumento del nivel del mar, olas de calor marinas y acidificación del océano.
Un estudio publicado en la revista académica Advances in Atmospheric Sciences reveló recientemente que el aumento de la temperatura de los océanos rompió en 2022 un nuevo récord histórico, por cuarto año consecutivo, producto de la crisis climática alentada por la continua emisión de gases contaminantes a la atmósfera.
Según este estudio, realizado por un equipo internacional de científicos de 16 institutos de todo el mundo, los cinco años más cálidos para los océanos se produjeron todos juntos en los últimos seis. Asimismo, la velocidad en la que se calientan las aguas no cesa y se proyecta que cada vez sea mayor.
Según la ONU, el mar, que cubre el 71 por ciento de la superficie del planeta, ha absorbido el 90 por ciento del calor generado por las emisiones de efecto invernadero, fomentando el desarrollo de fenómenos cada vez más intensos como huracanes, tsunamis, grandes inundaciones, derrumbes y otros fenómenos extremos.
Con el aumento de la temperatura, también se espera que se desarrollen nuevas bacterias, hongos e insectos de manera más rápida y en sitios que antes eso no sucedía, aumentando así el riesgo de que aparezcan de forma más frecuente enfermedades tropicales.
De un tiempo a esta parte, según los especialistas, lo que se puede hacer política y socialmente frente a esta tendencia ya no alcanza para frenar el impacto del cambio climático, sino apenas poder frenarlo. Y aun así, muchos -entre ellos las grandes potencias responsables de gran parte de esta crisis- se siguen haciendo los desentendidos.
De mantenerse en esta actitud, nada bueno puede estar por venir.