Desde la ruta, ingresando a la capital de la provincia, se puede ver la obra pensada por la reconocida escultora misionera Silvana Kelm a la que denominó Río Nuestro.
La escultura forma parte de la estación de servicios recientemente inaugurada a pasos del barrio Itaembé Guazú y precisamente pensando en su significado comenzó el trabajo de planificación.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, la artista explicó: “Esta vez trabajamos el tema de la piedra y el río. Tomé a los peces del Paraná recordando cuando mi padre salía a pescar y pensé en las especies que más se veían”.
Quien visite la obra puede sentirse dentro del agua, mientras bucea va reconociendo un dorado, un pacú y hasta una raya con sus pintas que la caracterizan. Recorrer el espacio para ver por ejemplo, nombres de ciudades turísticas de la Argentina y saber a qué distancia se encuentran desde ese punto en el que están sumergidos.
“Hay una Rosa de los Vientos donde el centro es de piedra como pensando en Itaembé Guazú, marcando también la orientación Norte, Sur, Este y Oeste, algunas ciudades donde se puede pescar algunos de esos peces”, explica Kelm desde su creación.
La obra se completa con algo más aclara la escultora: “Agregamos color a su alrededor con Darío Nuñez, quien realizó los murales. A su mural lo llamó Colores del Fondo para lograr lo que desde el principio fue el pedido de la arquitecta Liliana Gerber, entonces le pedimos que haga un mural acorde al tema”.
Mientras tanto, ya en equipo, Darío Nuñez y Nicole Do Santos creaban el muro acuático, Silvana también trabajó el suelo donde se posan los peces, “dándole color y onda de agua”.
Los peces, una vez diseñados por la artista, los “hizo el herrero artístico Gabriel Bykowich, quien los trabajó con hierro reciclado de la misma obra de la YPF, así como también utilizaron restos de venecitas para el suelo de la Rosa de los Vientos. Luego hicimos la composición de los peces ubicándolos en las alturas donde suelen nadar, los armé y trabajé en el entorno”.
Describió además que los peces de hierro reciclado fueron forjados, la chapa martillada, soldada, “trabajamos también con color que cuando se pintó el mural resaltamos lo colores para que los peces pudieran destacarse en su protagonismo. Todos llevan su nombre para que quienes los visiten sepan de qué pez se trata. Los nombres y las ciudades y sus kilómetros están hechos en barras de acero soldadas e incrustadas en el cemento para que no se oxiden y duren en el tiempo”.
Con la humildad que caracteriza a una grande, Kelm remarcó: “Esta escultura está hecha con muchas colaboraciones de arquitectos encabezados por Liliana Gerber, quien me propuso el trabajo. Darío con su toque de color como muralista, su pareja Nicole quien también me ayudaba en las terminaciones, el herrero y luego también los obreros, albañiles, todos colaboraron mucho en el armado. Hubo que hacer la carpeta y el hormigonado en el suelo, resolviendo un poco la técnica ya que estaban los peces, y había que nivelar el suelo para que el agua corra y no se estanque, así que su buen oficio fue muy importante”.
Luego, cayendo la noche, quienes lleguen a cargar nafta al coche para seguir recorriendo la provincia, podrán vivir una experiencia única, sumergiéndose en el fondo de ese Río Nuestro.