El retraso de los tiempos finales es un hecho
debido al trabajo que las semillas estelares han hecho,
ellos de la Galaxia son
y siempre intuyeron su misión,
la mayoría vinieron con el velo puesto
para que al ir sacándoselo mostrar al resto
ya que por amor eligieron su linaje olvidar
para desde el olvido y la ignorancia en este plano recordar.
Muchos no entendieron el desamor y decidieron volver
pero más voluntarios los reemplazaron pues estar aquí era menester
pues así fue concebido el divino plan
que de otros mundos más avanzados nos ayudaran,
mas el auxilio debía ser desde dentro y pausado
ya que el libre albedrío debía ser respetado.
Sabían también que su misión iba a ser difícil en este tiempo final
ya que venían a meterse en las fauces del mal,
mas nada de eso los amedrantó
porque en el camino iban descubriendo a su Yo Soy.
Brilla su luz donde quiera que vayan
y aunque muchas veces parezca que caigan,
con mayor fuerza se levantan para seguir brillando
pues del dolor aprenden y ya no caminan sino que van volando
ya que son sostenidos por sus galácticos hermanos
y sus pies no tocan la tierra, de estos ángeles humanos.
“Mi Reino no es de este mundo”, dijo Jesús, como tampoco lo fueron sus hermanos y seguidores y los que con su sólo brillar Él iba transformando, ya que también dijo: “mi madre y mis hermanos son los que hacen la voluntad del Padre”, expresándonos claramente que Él no era de este mundo, que era un extraterrestre que vino por amor y para mostrarnos con su ejemplo lo que era el amor incondicional y lo que podríamos lograr cuando lleguemos a amar como Él, ya que ese amor está contenido en todos y era necesario recordárnoslo.
Generación tras generación estos ángeles humanos por Él formados han retornado a la Tierra a través de un vientre materno para que cada vez más los que con su ejemplo sean transformados y formar esa requerida masa crítica que hizo retrasar el tan mentado tiempo final y con ello atenuar los cambios naturales que se producen al finalizar el ciclo de un planeta en su evolución.