La comunidad religiosa de la parroquia San Antonio agasajará al sacerdote Domingo Rendiche por su cumpleaños. Los organizadores del evento invitaron a todos los fieles a sumarse primero a las 20 para compartir la misa en su nombre.
Al finalizar la ceremonia, los fieles podrán compartir en la sede parroquial una cena de agasajo durante la cual intercambiarán recuerdos vividos con el querido padre Domingo. Quienes decidan quedarse a compartir tienen que llevar platos, cubiertos y bebida.
Una carrera sacerdotal productiva
Recordamos la publicación de PRIMERA EDICIÓN en la que se agasajó al religioso cuando cumplió 80 años y compartida por el presbítero Leandro Kuchak, director de “Signo” y del área digital de la Pastoral Posadas en aquel entonces.
Domingo Julián Rendiche nació el 16 de febrero de 1941 en la localidad de Azara. Allí, de pequeño, escuchó la inconfundible voz del Señor, que lo llamaba a entregar su vida al sacerdocio. Ingresó al Seminario de Corrientes a los 13 años y cursó la filosofía en Catamarca y la teología en Paraná.
El 8 de abril de 1967 fue ordenado presbítero por Monseñor Kemerer en su pueblo natal. Domingo recuerda que: “la celebración se realizó a las 9 con la participación de casi todo el pueblo. Al día siguiente presidí mi primera misa también en Azara. Después hubo un gran almuerzo”.
El padre Domingo se desempeñó como vicario en la parroquia San Antonio, junto al Padre Juan Roziak durante dos años. Luego se trasladó a la comunidad parroquial de Sagrada Familia, donde trabajó durante cinco años. Posteriormente ejerció su ministerio en la Catedral de Posadas por catorce años.
Pero su trabajo pastoral no se limitó a las parroquias sino que fue “mano derecha” de los obispos Kemerer y Giaquinta. Así mismo, colaboró con Joaquín Piña en la creación de la Diócesis de Iguazú.
Sin embargo, la efusión que derramaba en sus labores se vio opacada con un repentino problema de salud. En 1988 sufría un ACV que lo llevaría a repensar su trabajo pastoral y el sacerdocio. Muchos fueron los años que le costó retomar la movilidad de sus extremidades y un dominio parcial del lenguaje. Aunque esta era una nueva cruz que debía cargar, jamás se defraudó sino que aumentó su confianza en el Altísimo.
Durante los años de recuperación el padre ha puesto en práctica aquello que reza el responsorio breve de las Vísperas: “Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo” (Común de Pastores). Ha sido un pilar fundamental en todo su ministerio la oración humilde y confiada. De ningún modo Domingo ha disminuido su fe en el Señor, sino que confiando más en Él, ha sobrellevado este peso uniéndolo a los padecimientos del Salvador. Esta fe profunda lo ha llevado a aceptar y amar la Voluntad de Dios, que muchas veces, es diferente a la de las personas.
Los últimos 25 años ha participado en la formación de los seminaristas para las diócesis de Posadas, Oberá e Iguazú. Desempeña aquí un papel preponderante, acompañando a los sacerdotes formadores y a los muchachos que disciernen su vocación. Él se ha ganado el cariño de todos.
La vida del padre Domingo es un fiel reflejo del amor del Buen Pastor. Celebrando Misas en distintas parroquias y acompañando al seminario, guía a todos por los senderos que conducen a la santidad.