Cuando Maximiliano Andrés Castellano (27) sube al escenario en su San Pedro natal, muchos aún no lo identifican por su pasión por la música y por el rap. Buscando acercarse a su perfil, murmuran por lo bajo: “Pero ese joven es quien de chico me vendía leche y mandioca, que traía de la chacra, ¿cómo que es rapero?”. Andrés sonríe, también por lo bajo, y agradece a Dios por el don concedido y por poder haberlo descubierto.
De regreso a su tierra, contó a Ko´ape que en el seno familiar siempre se vivió la fe de una manera muy fuerte. Se crió en una chacra de la colonia Puerto Argentino y, como no era muy distante del pueblo, de chiquito llevaba para vender cebollita, leche, mandioca. Así lo recuerda la gente. Después, sus padres abrieron una verdulería y, más adelante, comenzaron a vender comida. Actualmente su familia “se dedica a eso y al delivery, pero durante todo lo que fue mi infancia y adolescencia, la gente del pueblo me conoce porque andaba por las casas vendiendo panes dulces, chipa guazú, chipa de almidón, sopa paraguaya”, manifestó.
Castellano estudió en el colegio San Francisco, desde jardín de infantes hasta quinto año. “Siempre me gustó mucho todo lo que tiene que ver con el estudio. Siempre tuve buenas notas. En ocasiones representé al colegio en competencias de historia, geografía, matemáticas, y en 2012 fui presidente del parlamento estudiantil. En la infancia y adolescencia, mi entretenimiento tenía que ver con el estudio, con leer. Me gustaba actuar. Siempre me gustaron las obras de teatro, pero respecto a la música, nada. Ni siquiera me gustaban las clases de música en el colegio. Tampoco en mi familia hay músicos, mucho menos en lo que hago, que es el rap. Cuando empecé, no había muchos que hicieran rap o que tuvieran amigos en el tema”, comentó.
Su historia con la música comenzó en 2016. Contó que “siempre le preguntan ¿por qué empezaste a hacer eso?, ¿cómo empezó? Y contesto que venía de una familia que cultivaba la fe; que lo hacía también en el colegio pero que, a los 17 años, con la adolescencia, por problemas de la vida, fue como que me enojé con Dios, con la iglesia, y me alejé. Por cuatro años estuve distanciado de todo eso”.
En 2016, durante un campamento de jóvenes católicos al que lo invitaron, Andrés vivió un momento especial con Dios: “Sentí muy fuerte su presencia en mi corazón, y eso me llevó a querer mejorar mi vida. Quería poder hablar de este amor de Dios, y le pedía que me dé algo, no sabía bien qué. ‘Quiero señor que me des algo con lo que yo me entretenga, sino por ahí voy a volver a lo mismo de antes’, le dije. Lo loco fue que, en el último día, de los tres que duró el campamento, un chico presentó una obra de teatro en rap. No rapeaba sino que era la música de fondo. Esa fue la primera vez que escuché rap cristiano, que no sabía que existía. No sabía que se podía usar ese estilo de música para hablar de Dios. Nunca lo había escuchado”, expresó.
Admitió que “fue algo que me llamó mucho la atención, y automáticamente dije: quiero eso, voy a aprenderlo. Fue una decisión que empezó en ese momento, y nunca paré, hasta ahora. Desde ahí cambió por completo mi vida porque me empecé a enfocar en crecer, tanto en la fe como en la música. Eso me llevó a formar una banda con chicos de San Pedro, con quienes estuvimos diez meses cantando en la zona, en Eldorado, en las peñas. Después, como ellos proyectaban ir a estudiar, nos separamos”.
Rememoró que la primera banda llamada “Bendición” estaba integrada por: Maillen Franco, Ismael Mix, Martín Alves, Matías Machado, Daniela Ramírez y Emanuel González.
A fines de 2018, por múltiples ofertas y proyectos, viajó a Buenos Aires. Aunque no tenía muy en claro qué es lo que iba a hacer, “era como un sueño. Era ir a ver, a probar, a luchar. El primer tiempo fue muy difícil porque no tenía una casa fija ni un trabajo estable. Hice de ayudante de plomería, de albañilería, un poco en jardinería, vendí gaseosas en el tren, empecé a cantar en los trenes. Iba haciendo lo que podía para sobrevivir, siempre con la música y el estudio, porque en 2019 comencé a cursar el Profesorado en Ciencias Sagradas. Siempre firme a esas dos cosas”, comentó.
Año fructífero
En esos cuatro años que permaneció lejos de casa, fue creciendo lenta pero profundamente. Este año fue “muy fructífero” porque, además de recibirse de profesor, pudo lanzar su álbum “Espíritu Misionero”.
“Lo hice en primer lugar, como haciendo referencia a mis raíces, a mi familia, a las costumbres y a lo que influyó en la persona que soy hoy. Pero también es el doble sentido del espíritu misionero respecto a ser un misionero de Dios, a llevar su palabra”, explicó.
El álbum contiene diez canciones y diez videoclips de producción misionera. “El productor musical es de acá. Los videoclips fueron desarrollados por personas de la provincia. Los artistas que aparecen conmigo también son de la zona (algunos de Eldorado, otros de San Pedro y Garuhapé). Y lo que quería resaltar era que la gente de Buenos Aires y de otros lugares que me conocen, puedan conocer la belleza, la naturaleza de Misiones. Por eso los videoclips fueron realizados en distintos escenarios de la tierra colorada, como en la costanera de Eldorado, en la chacra en que me crié, en el parque Salto Encantado”, reseñó.
Para el álbum fueron invitados los artistas: Brenda Chamorro, Tatiana Morínigo (Eldorado), Braian El Legendario, Yaos DR (Aristóbulo del Valle), Ministerio Kerygma (San Pedro) y Ministerio Talita Kum (Garuhapé). “A este álbum lo hice con la ayuda de la gente. Realicé una campaña de donaciones. Armé un video y me ayudaron los medios, que me hicieron notas que trascendieron tanto, al punto que me dieron una mano personas tanto de Argentina como de otros países. Es que hoy en día es súper difícil generar el ingreso para grabar y generar todas esas producciones”, precisó.
Entre tantas cosas buenas que le pasaron este año, narró “que se hizo amigo de un joven que es productor de eventos, y con él organizamos mi primer concierto donde pude presentar las canciones en vivo. Fue en el auditorio Belgrano de Buenos Aires. Es un lugar hermoso, pero también costoso, por eso también fue como un sueño. Fue una fiesta, porque en un principio era sólo presentar el álbum, pero después fuimos agregando más cosas, como invitados. Todo tenía una temática (la entrada, los adornos, las luces). Unas 700 personas asistieron al evento. Hubo artistas de Misiones que fueron en colectivo, y también de Buenos Aires. La música fue súper variada. Hubo melódica, además de todo lo que nosotros hacemos como: rap, trap, bailarines, momentos de improvisaciones, bandas musicales, deejey. Era como súper completo. Éramos más de veinte artistas. La idea en este año es poder replicar esa experiencia en las provincias argentinas. Eso es lo que tengo como proyecto inmediato”, celebró.
La idea de Castellano es recorrer el país llevando “Espíritu misionero”, donde todos los temas parten de una base: hablar de la fe. Dijo que la mayoría de la gente que lo escucha es cristiana pero también “me escucha otra que no, por eso también intento hacer canciones que no hablan tan directamente de Dios, pero te hablan de valores como la amistad, la familia, el amor. Tengo una canción que habla del cuidado del medio ambiente. Como que mi música es para mí una herramienta para hablar de Dios y hablar de valores. A la gente le llama la atención porque generalmente es algo que no pasa con el rap o con el trap. Por ahí los ritmos son buenos, pero uno empieza a escuchar la letra y queda como bueno, qué onda”.
Entiende que hay gente de la iglesia “a la que no le gusta, y a los raperos tampoco les gusta que utilice el rap para hablar de estas cosas. Es muy loca la situación. Hay amigos que hacen rock cristiano y para los cristianos no está bien que hagamos rock. Para los rockeros no está bien que hagamos música cristiana con esa melodía. Pero siempre pasa hasta que te conozcan, creo. Cuando lo escuchan, cambian. Me encanta la música en general, pero el trap fue como lo que me permitió conocer otros lugares, vivir otras experiencias y conocer a mucha gente que también me brindó cariño sincero, que es lo más lindo de todo esto”.
Se mostró “muy agradecido a Dios, a mi familia, a mis amigos, a la gente que estuvo y creyó en mí. Estoy muy feliz, siento que lo que logré hasta acá es un montón. Lanzar un álbum, llenar un auditorio, son deseos de todo músico que realmente le gusta la música. Quizás no lo digan, pero es un sueño. Yo, que lo pude vivir, soy muy agradecido. Escribo mis canciones y eso es producto de ese crecimiento en la fe, en el estudio, en la música. Intento cada día mejorar en todos esos aspectos”.
“El rap es para mí una herramienta que utilizo para transmitir valores a la sociedad, por eso trato de transmitir amor, motivación, esperanza y darle valor a las cosas que se merecen”.
Para este año proyecta recorrer las provincias, pero, al mismo tiempo, también está trabajando en un proyecto que tiene que ver con una jornada pensada en los colegios. “Tendrá como cuatro patas o pilares. Será algo educativo, con un mensaje cristiano en el caso de los colegios católicos. En el colegio público lo cambiaría por una charla sobre valores, una parte de taller para quienes quieran aprender de rap, y una muestra de música. Una vez que el proyecto sea viable, la idea es presentar esa propuesta a los colegios y a los que quieran sumarse. Es llevar la música, pero acompañado de este mensaje de luchar por nuestros sueños, hacer las cosas bien, rodearse de buenas personas, no olvidarse de nuestras raíces. Es como un combo. Lo veo con mucha esperanza a este año que comienza a transcurrir, como que me va a permitir seguir creciendo un poquito más”, añadió.
Respecto a la composición de las canciones, entiende que no hay una sola manera. Depende de muchas cosas. “Hay algunas letras que se te bajan como del cielo; te sentás y las escribís en 20 minutos. Pero hay canciones un poco más trabajadas que parten desde una necesidad. Es necesario que alguien hable sobre algo, por ejemplo, sobre los incendios que se desencadenaron el año pasado. Tengo una que es muy conocida y que la escribí para las madres. Nació para hacerle un regalo a mi mamá por el día de la madre. No hay una sola manera. Hay canciones que surgieron mientras estaba rezando, otras mientras estaba con amigos, o que las pensamos juntos, y cada uno hace su parte. Hay canciones que surgen de la improvisación o freestyle. Por ahí me grabo uno, y si hay algo como muy bueno, lo desarrollo y saco una canción. El profesor pidió que para el examen final armara una canción, y me recibí con una canción de rap, que fue la más larga que escribí hasta ahora. Creo que son las menos, pero hay canciones que son inspiración pura que se te viene a la mente y la escribís en un momento. Las otras son las que parten desde una necesidad. Parece que hace falta que se hable de este tema”, alegó.
En un principio la decisión tomada era rara para todos. Sus padres, Carlos Castellano y Margarita Goiry; y hermanos, Carlos, Daniel, Gabriel y María de los Ángeles, le preguntaban si estaba seguro de lo que hacía. Pero, a medida que fueron pasando los años, “les llegaban buenos comentarios, y eso les fue dando más confianza. Pudieron ir al concierto y ver todo eso. Están disfrutando mucho y están contentos. Obviamente que yo también”, detalló.
Según Andrés, en las redes sociales, que es donde te permiten ver las estadísticas, “es como que el público más grande son chicos a partir de los 16 años hasta los 30, pero también me escuchan más chicos y gente más grande. A los más grandes les gusta por el contenido. Mis letras son como bastante profundas y te hacen pensar. A los jóvenes les llega mucho por el ritmo”.
Castellano entiende que a la gente le resulta difícil creer. “Como que antes era más fácil. Pero sigo pensando que realmente una vida con Dios es mejor, y que seas de la religión que seas, te lleva a aprender a amar, que creo es lo más importante y es un valor universal. Aprender a amar, aprender a perdonar, aprender a hacer el bien, a ayudar a los demás. Creo que todos tenemos como un talento. A mí me tocó esto de la música, pero pienso que cada persona tiene algo bueno que puede brindar a los demás, y que eso puede significar que mejore la sociedad en general. Más allá de la fe, intento hacer eso. Ver cómo inspirar a otros y que usen sus dones para hacer el bien”, expuso.
“Hay gente que me conoce una vez y que me adopta como hijo, me invita a su casa. Hoy tengo mamás y hermanos adoptivos por todos lados; es automático. En cambio hay gente a la que le molesta, que no le gusta, le genera rechazo, te critica, te dice: ¿para qué haces eso?, ¿por qué perdés el tiempo en esas cosas?, ¿por qué no hacés algo que te deje más plata?. Hay de todo. Como en el mundo, para todos los gustos”.
Comparte su pasión por Jesús y por el rap. Cantó en festivales, competencias de freestyle, colegios, iglesias, radios, canales de TV, teatros y trenes de Buenos Aires, demostrando que este tipo de música “no se utiliza sólo para insultar, incitar al consumo de droga o cosificar a la mujer, sino que es una gran herramienta para transmitir valores que la sociedad necesita: esperanza y motivación, por ejemplo”, sostuvo el joven.
El viernes hizo en la parrilla de sus padres la segunda presentación de “Espíritu Misionero”. Quiso sorprender a los sampedrinos, brindarse a la gente del pueblo que lo vio crecer, y donde todavía sigue repartiendo comida cuando vuelve de visita. Mientras, ensaya letras para un nuevo álbum.