Esta historia comienza con la llegada a la Argentina, en febrero de 1882, de Alexander Watson Hutton (1853-1936), quien, por consejo médico, decidió radicarse en nuestro país en la búsqueda de mejoras en su condición de salud. En Buenos Aires lo esperaba una nutrida comunidad escocesa que lo recibió y contrató para dirigir el Saint Andrew’s Scots School, la tradicional escuela escocesa del Río de la Plata, el colegio británico más antiguo de Sudamérica.
En esta escuela, entre sus alumnos, comenzaría a fomentar un extraño juego que consistía en “impulsar una pelota de cuero exclusivamente con los pies”. La novedad de Hutton atrapó inmediatamente el interés de sus alumnos.
Por su parte, los directivos de la escuela desconfiaban de sus métodos y no le prestaron el apoyo suficiente a la naciente actividad deportiva en el ámbito escolar.
Ante la negativa de las autoridades, Watson Hutton renunció a esta primera casa de estudios para fundar el Buenos Aires English High School donde comenzó a fomentar entre el alumnado la práctica del fútbol. Para 1885 alquiló un campo de deportes (indispensable para la actividad) en Barracas, próximo al Hospicio de las Mercedes, un neuropsiquiátrico que casi un siglo después sería rebautizado como Hospital Borda. No son pocas las personas que ven a los alumnos/jugadores en pleno juego, para ese momento desconocido y lo asocian con una actividad propia del manicomio, incluso al llegar al país las primeras pelotas e infladores en la Aduana de Buenos Aires las dejaban pasar sin gravamen sin saber exactamente de qué se trataba y para qué serían utilizadas por los locos ingleses.
En 1898, Hutton fundó un equipo de fútbol que llevaría el mismo nombre de su colegio el “Buenos Aires English HC” constituido por alumnos, docentes, personal de la casa y exalumnos, que resultaría campeón en 1900. Desde este momento la prensa local los consideraba el equipo de fútbol más popular del momento y desde esa época la gente ya se acercaba al borde de la cancha para ver el espectáculo deportivo con escasas reglas y que terminaría siendo la cita deportiva obligada, con el correr de los años, en el país.
Por una reglamentación aparecida en 1901, los equipos no podrían llevar nombres de empresas o colegios, viéndose Hutton obligado a rebautizar a su equipo como Alumni FC (propuesto por Carlos Browers, exalumno de la escuela de Hutton), nombre con el que dominarían la escena futbolística en los siguientes años. La base de este equipo estaría formada por los hermanos Brown, ya que siete de ellos formarían parte del plantel de Hutton. El más destacado era Jorge, que es considerado el primer gran jugador de la Argentina, por su juego, su elegancia y hombría de bien.

Sus abuelos eran inmigrantes escoceses que llegaron a la Argentina en la época de Rivadavia y se habían instalado en una colonia de Monte Grande y cuando este asentamiento fracasó se trasladaron a San Isidro.
Los jóvenes Brown conocieron el fútbol desde chicos gracias a la escuela escocesa a la que asistieron desde pequeños.
Rápidamente Alumni y los Brown se transformaron en el máximo referente de los jóvenes que practican el deporte. Ganarles era la máxima hazaña a la que aspiraban los demás equipos.
Íntimamente ligados entre sí y ligados a la historia del deporte rey desde sus comienzos hasta la institucionalización de hoy. De todos los hermanos Brown futbolistas el más conocido era Jorge, “el hermano mayor” de aquel equipo fundador.
En las primeras épocas el fútbol estaba reservado a los súbditos británicos y a sus descendientes y poco a poco trascendería esos límites e incorporaría a jugadores criollos en las filas de esos primeros planteles.
Jorge G. Brown (1880-1936)
Jorge fue el primero de 14 hermanos, 11 varones y 3 mujeres, que actuó en el English Hight School desde 1896 hasta 1900. Y en Alumni desde 1901 hasta 1911. En sus comienzos fue mediocampista, después central y finalmente defensor, donde logró su consagración jugando únicamente para la Selección nacional después de que se desintegrara el Alumni FC.

Eran tiempos de amateurismo, donde las cifras en dinero que recibían los protagonistas no se comparan con la actualidad. Los equipos recientemente creados difícilmente podrían pagar sueldos a sus jugadores, quienes en muchas oportunidades debían pagar incluso sus propias camisetas. Un punto de comparación con la actualidad sería la fama y el reconocimiento que recibían los protagonistas, que una vez terminados los encuentros recibían invitaciones de simpatizantes para participar de agasajos, fiestas, entrevistas para la prensa local, que los incluía en las tapas de los diarios de mayor circulación.
Jorge Brown fue el primer gran jugador del fútbol argentino. Se destacó ampliamente sobre el resto en las primeras décadas del siglo XX, jugando para el Alumni y para los primeros combinados de lo que posteriormente sería la Selección argentina de fútbol. En las descripciones que encontramos sobre su figura, lo mencionan como un “caballero del deporte, hidalgo y hábil como pocos”, su nombre y sus hazañas quedaron registradas en las memorias de todos los seguidores del deporte que se transformaría en el más importante de nuestro país. Popular como ninguno, respetado como pocos y apto para todos los puestos, destacándose incluso en deportes como el cricket, actividad propia de su colectividad.

Después de su retiro se dedicó a la actividad comercial (también vinculada al deporte) y en escasas oportunidades se presentó formando parte de algún combinado para algún partido de beneficencia. Desde 1916, el club posadeño lleva su nombre, entendemos que por ese entonces Brown era el más distinguido jugador de fútbol en nuestro país y homenajearlo era un acto de justicia deportiva.
Búsqueda de descendientes
Alicia Brown de Luongo, nieta del ilustre jugador, fue contactada hace un tiempo por el profesor Gabriel Cubilla, antiguo dirigente y simpatizante del club. La búsqueda se inició en el Cementerio de la Recoleta, en Capital Federal, con el dato que allí descansaban los restos del jugador y con la intención de poder contactar así a algún descendiente que pudiera aportar más datos del deportista.

La búsqueda no arrojó los resultados esperados ya que la familia había trasladado los restos al cementerio británico de Buenos Aires, así el profesor Cubilla necesitó la ayuda de muchas personas para poder dar con la tumba nueva en el cementerio, luego de muchas visitas, llamadas, consultas y búsquedas pudieron dar con la sepultura de Brown.
Por datos suministrados por la administración localizó a su nieta, Alicia Brown de Luongo, quien accedió a una entrevista a través de la plataforma Zoom para brindar información sobre su célebre abuelo, a quien no llegó a conocer personalmente. En el encuentro comentó que es ella y su familia, quien custodia y guarda todas las pertenencias de su abuelo futbolista, y se encarga de cuidar ese legado y pasarlo a la siguiente generación, incluso, los futuros responsables de cuidar el legado ya fueron designados por Alicia.
Es tanto el celo por las pertenencias de Jorge Gibson que incluso rechazó los pedidos de los dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para donar alguno de los recuerdos de Brown para que formaran parte de un museo. La respuesta de Alicia fue contundente: “Nada de lo que perteneció a mi abuelo sale de esta casa”.

En su vivienda de Buenos Aires están guardados los innumerables trofeos, distinciones, reconocimientos, entradas, recortes de diarios, fotos originales, estatuas y como principal tesoro se encuentra la camiseta original de Alumni finamente enmarcada, presidiendo el museo hogareño de su nieta Alicia. Con ella, el legado de su abuelo está asegurado para el conocimiento de las nuevas generaciones, incluso habló de su interés de venir a Posadas a conocer el club que lleva el nombre en homenaje de su abuelo, que hace más de cien años marca el ritmo del deporte en Villa Urquiza.
El Club de Villa Urquiza homenajea a Brown
Desde hace más de 100 años en la capital provincial existe el club que homenajea a este gran jugador. Entre sus fundadores, según consta en la obra de Raimundo Fernández Ramos, encontramos a Honorio Silva, Félix Ramón González, Salvador Noziglia, Eloy Guillermo Acuña, Moisés Simsolo, José María Zubigaray, Miguel Ángel Maciel y Luis Cusolito. Actualmente la comisión directiva del club apoya las gestiones y los contactos con los descendientes con la finalidad de homenajear a Jorge Gibson Brown en la figura de sus descendientes, quienes prometieron visitar Posadas y el club que lleva el nombre del gran jugador de fútbol de principios del siglo XX.
Por Ernesto Cubilla. Departamento de Estudios Históricos y Geopolíticos del Instituto Combate de Mbororé, de Posadas.
Agradecimientos:
Al profesor Gabriel Cubilla
A Leo Duarte, de Posadas del Ayer
A Héctor Del Castelli
A la Comisión Directiva del Club Jorge Gibson Brown
A la familia Brown-Luongo, Buenos Aires y a los responsables Cementerio Británico Buenos Aires.





