¿Te pasó alguna vez sentir que perdiste la confianza en vos mismo? O tal vez hoy tienes en mente un proyecto que te agrada, pero temes no ser capaz de llevarlo a cabo. Entonces, si es así, ¿dónde está esa confianza? ¿Dónde la dejaste? o ¿a quién se la regalaste?
Cuando perdemos la autoconfianza nos quedamos en el mismo lugar sin avanzar, como si estuviésemos dentro de una jaula o con los pies encadenados. Hay personas que confían más en los demás que en sí mismas y luego sienten que fueron traicionadas, que abusaron de su confianza. Aprendí de algunos maestros que cuando nos sentimos traicionados nos consideramos inocentes y la realidad dice que son inocentes todos los que no pueden ver lo que tienen en frente. Así andamos muchas veces por la vida como niños desilusionados, sin consuelo.
Vamos a un ejemplo sencillo: entramos a comprar un elemento para el hogar, ¿qué nos lleva a confiar en lo que vamos a llevar? ¿Lo tomamos al azar? O mínimamente, ¿leemos lo que dice en el detalle del producto, analizando si puede servirnos?
Cada objeto tiene su propósito y se diferencia por sus funciones y características, entre otras cosas. Está claro que no tenemos nada que ver con productos que se exhiben, pero hay algo que sí tenemos en común, es la finitud, una fecha de vencimiento sólo que la nuestra no la conocemos. ¿A qué tenemos acceso?
Somos seres con un engranaje perfecto entre mente, cuerpo y espíritu. ¿Cuáles son mis cualidades? ¿De qué nos sentimos merecedores? ¿Qué puedo ofrecer? ¿Qué siento que es posible en mí? ¿Qué me digo cuando estoy aquí? ¿Qué me transcurre cuando estoy con vos? Cuando nos permitimos escuchar las señales de nuestro cuerpo, la fisiología empieza a hablar y no sólo advertimos con más claridad a los demás, también podemos descubrirnos y darnos cuenta qué deseamos para nuestra vida. Qué podemos tomar y qué tenemos para dar.
Una valiente forma de fortalecer nuestra confianza es integrar nuestros aspectos, incluyendo los que necesitamos cambiar para vivir en armonía. Si en este momento te invade el miedo a avanzar y la inseguridad se pone delante de tus proyectos, te propongo que te tomes el tiempo de hacer un viajecito en la memoria y trates de recordar alguna situación en que sentiste que “lo lograste”.
Tal vez fue un examen, el final de tu carrera, tu primer auto, el lugar que deseabas conocer. Seguro encontraste con más de un ejemplo. Me da curiosidad esto que llega cuando cerrás los ojos y revivís el momento. Lo que sucede en tu pecho, en tus pulsaciones, con tu temperatura corporal, en tu tono muscular, esas imágenes, aromas, colores. Si te reconforta dale la bienvenida al mensaje de los sentidos y que entre luz a cada sistema que habita en tu biología y anímate a trasladar al presente la confianza que hay en vos.
Te propongo que confíes en vos, en lo que aprendiste cuando regalaste tu confianza a quien no debías. Date tiempo para oír lo que tu cuerpo necesita, seguí sus señales y confía.
¡Anímate a mirar con amor a las imperfecciones de tu sistema familiar, porque sin ellas no podría surgir tu creatividad! Como dijo Bert Hellinger: “…la paz comienza donde cada uno puede ser lo que es”.
Bendiciones para tu vida.