Es oportuno que podamos reflexionar sobre el testimonio de vida de nuestros Santos Mártires para que orienten nuestros pasos como hombres y mujeres de fe, en estos tiempos difíciles que estamos atravesando.
El papa Francisco, nos sintetiza la vida de los santos mártires Roque, Juan y Alonso: “Sus vidas estuvieron marcadas por el amor a Dios y a todos los hombres, en especial a los más necesitados, y a quienes no conocían la existencia de Cristo ni habían sido aún redimidos por su gracia redentora”.
Esta nueva conmemoración de nuestros Santos es una oportunidad para fortalecer nuestra vocación a la santidad, nutrirnos de sus ejemplos de vida.
Ellos nos enseñan a emprender un camino de santidad, teniendo a Dios como centro de nuestra vida por encima de todas las prioridades. En este mundo secular que vivimos, sus ejemplos nos inspiran a fortalecer nuestra comunión con Dios en la fe, para así entregar la vida para el bien de la humanidad.
El verdadero sentido de la vida está en la entrega total y generosa, aún en medio de las adversidades y contratiempos, confiando en la Providencia Divina.
Desde pequeño, San Roque González de Santa Cruz fue animado por el profundo deseo de llevar adelante el Evangelio a todo el mundo, sabiendo que solamente la Palabra de Dios nos permitirá llegar a la plenitud de la verdad y del bien.
Tanto es así que consagró su vida al servicio del Evangelio en la Compañía de Jesús.
Él nos invita a clarificar nuestras metas en la vida y dedicarla enteramente para que ellas se cumplan con esfuerzo, dedicación y generosidad. En su profundo deseo de llevar el Evangelio, recorrió toda esta zona de Argentina y Paraguay, fundando varios pueblos.
Entre ellos, el 22 de marzo de 1615 instaló una reducción en Itapúa (actual ciudad de Posadas, en Argentina) la cual pronto se trasladó a la otra orilla del río, en lo que es hoy Encarnación, Paraguay. Por eso se lo reconoce como fundador y patrono de ambas ciudades.
Otras dos Reducciones fundadas por San Roque González son: Concepción (1619) y Candelaria (1627).
Este Santo americano nos invita a trabajar incansablemente en pos de la misión que Dios ha encomendado a cada uno de nosotros. Muchas veces las adversidades nos desaniman y alejan de los grandes sueños de la vida. Ante los primeros desafíos tendemos a abandonar la barca.
El testimonio de vida de San Roque González nos invita a ejercitar hoy la perseverancia, porque todo tiene un sentido (la lucha, el sufrimiento, la muerte) para la gloria de Dios.
En nuestro caminar diario, a ejemplo de nuestro santo que tomaba como modelo a la Madre María, a quien llamaba “la conquistadora”, también es bueno que siempre busquemos su intercesión, para que podamos sentir la cercanía de Dios en todos los momentos de la vida.
Ellos representan el amor maternal/paternal de un Dios que siempre nos acompaña. Su camino de santidad nos recuerda que es posible amar a Dios entregando la vida por sus hermanos, especialmente por los más necesitados y desprotegidos.
La vida de San Roque nos da fuerzas para trabajar a favor de los desamparados de nuestra sociedad: aquellos que viven en la indigencia, en la pobreza y tantas situaciones de fragilidad y vulnerabilidad.
Mantengamos vivo el espíritu de San Roque González: una espiritualidad que abraza la Cruz de Cristo, fortalecida por la Eucaristía y la protección de la Virgen María.
Elevemos nuestras oraciones a San Roque González de Santa Cruz, pidiendo su intercesión por nuestra patria en estos tiempos difíciles.