Hoy con 90 años, Amado Arguello, sigue trabajando en su chacra e incluso demostrando sus habilidades con la sierra manual. Nació en la localidad de Itacaruaré en 1932, aunque cuando cumplió 16 años ya comenzó a trabajar y se trasladó a otros puntos de la provincia para construir casas y galpones por pedido.
En su adolescencia, con el permiso de su padre, comenzó a trabajar con los hombres más conocidos de la zona, por pedidos de colonos.
“En esa época aserraba mucho, me crié aserrando con la sierra a mano”, recordó orgulloso y agregó que aserró planchones enteros, “por la zona de San Juan de la Sierra, Las Tunas, en Itacaruaré e incluso hicimos la casa de mi papá, aserrando a mano. Demoramos unos tres o cuatro meses en terminar, era una casa grande, de 9×8, porque éramos muchas gurisadas viviendo con ellos, éramos 10 hermanos”, detalló a PRIMERA EDICIÓN.
Sus padres, Geraldina y Silvestre crecieron en la zona, aunque su papá había venido de joven de Corrientes, de donde era oriunda su familia.
Entre sus recuerdos está la época cuando se vino a Campo Grande, en la propiedad de Seguín. “En ese lugar vivimos 14 años. Luego del servicio militar, vine y me casé con una sobrina de la familia Espíndola, con Nélida que falleció en 2013, con quien tuvimos 10 hijos; 5 nenas y 5 varones, Egilda, José, Juan, Alejandro, Mario, Luis, Margarita, María, Marta y Mabel”.
Hace un par de semanas, en el marco del aniversario de su pueblo, hizo demostraciones de cortes con la sierra a mano junto a su hijo José, remembrando aquellas épocas donde durante semanas se dedicaban a construir casas, galpones y otros pedidos, aserrados a mano, donde todavía no existían las herramientas tecnológicas o motosierras como en la actualidad.
Aunque, luego con el paso del tiempo se fue haciendo de herramientas, que le permitieron desarrollar otras habilidades. “También trabajé mucho en el monte, pero ahí ya tenía motosierras, allá por el año 90”, relató.
Vivir de la chacra
Actualmente reside en el kilómetro 46, distante a unos 9 kilómetros del centro del pueblo de Dos de Mayo. “Nuestra chacra queda a unos seis kilómetros del asfalto y yo sigo trabajando en nuestro sitio, manteniendo unas 17 hectáreas, donde planto poroto, maíz y otras cositas más”.
La vitalidad en Amado se nota y ante la consulta sobre cuál es el secreto de mantenerse tan bien a lo largo de los años, responde que se debe a comer de la chacra, no productos procesados o envasados y tratar de llevar una vida más tranquila, lejos de los alborotos cotidianos. “Siendo de la chacra, lo que se sirve en la mesa como y los hijos aprendieron eso, son iguales y creo que eso (los productos procesados) traen muchas enfermedades, por lo menos es lo que escuché por radio”, remarcó.
Sobre esa tranquilidad que brinda vivir a las afueras del pueblo, Amado ahora ya no se levanta tan temprano como antes. “Me quedo acostado, escuchando radio, aunque trabajo todavía en la chacra. Tengo siete kilos de maíz plantado, un kilo de poroto y ahí se vive, tranquilo”, reflexionó.
Si bien asegura que de la producción se vive, a veces las condiciones de los colonos no es la mejor. “Ahí va yendo la vida de productor, a veces medio mal y otras mejor, pero se vive igual”.