Si bien la verdad es el quid del asunto, el objetivo último, son precisamente las certezas las que conspiran contra la posibilidad de incorporar verdades.
Quienes están encerrados en certezas no están abiertos al replanteo que permite chequearla. Quien tiene certeza estima innecesaria cualquier indagación o posibilidad de diálogo.
La duda es una aliada que nos dispone a la aventura del pensamiento. Una duda que no implica relativismo o escepticismo ya que las cosas son, no importa qué se opine de ellas, sino el camino que nos permite tomar conciencia de nuestra condición de seres imperfectos inmersos en un proceso evolutivo y de constante aprendizaje.
Esta situación de apertura y atención no implica adoptar una posición débil frente a eso que se conoce, sino reunir argumentos y contrastarlos con los que puedan surgir para ratificar o rectificar nuestra mirada y pasar a la acción.
Mayor será nuestra apertura mientras mayor sea el reconocimiento de nuestra propia precariedad, de nuestra finitud.
El hecho de sabernos imperfectos y limitados, ubicados en un estado evolutivo en todos los órdenes de la vida, no quita la firme convicción de lo que creemos que sabemos sino que posibilita la apertura mental necesaria para predisponernos a la indagación.
Lo contrario, ocultarnos en las certezas, absteniéndonos de la apertura a considerar otros puntos de vista se apoya en la inseguridad, que requiere de esa muralla artificial para proteger el vacío existencial, generando espacios de peligroso dogmatismo.
Les propongo un ejercicio para intentar desestabilizar sus propias certezas y descubrir nuevos caminos.
Hagamos lugar a la la duda liberadora que nos lleva de la mano en el camino de la reflexión.
El contexto de hoy puede no ser válido mañana, las prioridades cambian, todo nos exige adaptación y revisión constante.
Una buena pregunta realizada ante una dificultad, nos permitirá evaluar nuestros hábitos como paso previo a transformar la crisis en oportunidad de crecimiento y desarrollo, tanto humano como social.
Los estereotipos y preconceptos impiden la reflexión. Las preguntas nos permiten clarificar situaciones y descubrir otros puntos de vista.
Cuando las personas se encuentran atrapadas en un conflicto, generalmente es porque están haciéndose siempre las mismas preguntas partiendo de la creencia que existe una sola forma de resolverlo.
Desestabilicemos certezas para conocernos mejor.