María del carmen tiene 48 años, es una mujer súper activa, muy exigente consigo misma y a punto de tener un ascenso en la empresa donde trabaja.
Desde cualquier lugar de su ser se notaba el aumento de cortisol, hiperexitabilidad, sudoración de manos y mucho nerviosismo.
Desde las 6 de la mañana está activa hasta las 19 hs que regresa a su hogar para seguir trabajando en el diseño del proyecto que le daría el tan ansiado lugar.
Pero hace 4 días siente dolores generalizados, que no quería asumir, falta de energía y comenzó con intensa fiebre y dolor de garganta intenso. Empezó a automedicarse con antibióticos para no “perder tiempo” yendo al médico. Cuando no pudo más lo llamó.
Su médico de cabecera la conoce en detalle y sabe que algo está sucediendo, le pide una serie de estudios para corroborar sus sospechas clínicas tras el examen físico. Lo que lo alertó fue una franca taquicardia, sus pulsaciones eran muy altas y sentía sensación de angustia y opresión en el pecho, que ascendía hacia la garganta, donde palpó su glándula inflamada y dolorosa.
Su médico le aconsejó antinflamatorios y esperar los resultados con medidas generales. Ella volvió al segundo día, como no paraban sus síntomas decidió recetar un estabilizador del ritmo cardiaco y comenzar con corticoides ante la sospecha de una tiroiditis.
Automáticamente comenzó a sentirse mejor y cuando estuvieron los resultados de los análisis se corroboró el cuadro hormonal, que su clínico sospechaba. Ahora bien, la mayoría de sus conocidos sugirieron una segunda opinión con el tratamiento de su médico, quien le había comentado que el tratamiento no requería de hormonas, que lo más seguro es que fuese pasajero y en 6 meses el cuadro haya remitido por completo.
Charlaron de la situación que particularmente estaba pasando, guiado por la biodecodificación y tiroides, recalcó su sentir de acelerar los tiempos para la rápida definición del tema laboral y su virosis por el exceso de cortisol circulante que disminuyó sus defensas.
De ahí mi interés en compartir este caso con ustedes porque es un mito que todo problema tiroideo se trata de por vida con hormonas.
Hay varias patologías de tiroides, algunas duran poco tiempo y generalmente no dejan secuelas como es la tiroiditis de Queirel, donde los síntomas son abruptos por la inflamación de la glándula, generalmente posterior a una virosis. Los análisis muestran inflamación con todos los síntomas y signos propios de inflamación, dolor, frecuencia cardiaca aumentada, sensación de dolores musculares y articulares y a veces fiebre alta.
El hipertiroidismo de otro tipo puede dar síntomas parecidos y el tratamiento es diferente, mientras que el hipotiroidismo es el metabolismo en menos.
El profesional indicará los estudios que corroboren el diagnóstico en sangre con análisis y ecografías, resonancia, gamagrafias o tomografías. Son buenas las segundas opiniones por supuesto, pero luego que dos profesionales lo corroboren no se preocupen más y confíen en cada tratamiento instaurado, ya que las virosis pueden comenzar en un lugar y llevar a varias complicaciones.
No automedicarse. Recuerden que cada órgano inflamado nos está pidiendo parar, escucharnos y analizar qué estamos viviendo, cada proceso externo repercute en nuestro cuerpo. Y como siempre remarco: conocerse para saber cuidarse.
Feliz y bendecido domingo.