Estaba Patri pintando y en un momento expresa, “mi otro yo me dijo que me levante y me vaya”.
Patricia Maurino es abogada, y descubrió que el arte era el ingrediente faltante en su vida. Así que dentro de su ocupada vida busca un lugarcito para encontrarse con la pintura y también consigo misma.
Queramos aceptarlo o no, todos los seres humanos presentamos en alguna ocasión de nuestra vida, cierta dualidad, una batalla entre lo correcto y lo aceptable contra los instintos más bajos y superficiales que tenemos.
Patri quiere pintar bien, y es exigente consigo misma, así que cuando pinta libra una batalla entre abogada y pintora, la abogada pone límites y la pintora quiere soltarse, pero la fuerza de la ley le pone trabas al impulso de la creatividad, del color y de las formas.
Mi otro YO es la máscara que se esconde bajo nuestros instintos. Lo que queremos ser y no nos atrevemos por miedo a desvelarlo. Ese gran desconocido que en ocasiones conocemos demasiado bien.
Lo que nos impide estar como queremos estar. Es la rutina que no va a ninguna parte, el mareo del corazón y la mente discutiendo en espiral. Ese quiero y no puedo más. El nudo en la garganta, la mirada perdida, sentirse estancado.
En multitud de ocasiones sentimos en nosotros una lucha interna de dos personalidades que parecen empujarnos en sentidos diferentes y que vienen a confirmar aquello de: “Yo soy mi peor enemigo”.
Mi otro Yo no es malo ni bueno en sí mismo, sino adaptativo o desadaptativo en función de cómo quieres ser y cuál es la vida que quieres vivir.
Todos sufrimos la metamorfosis de mi otro Yo. Todos gozamos de aquello que parece imposible de alcanzar.
Todos somos ángeles con un tridente escondido. Todos somos víctimas de alguna dualidad.
Todos llegamos a contradecir las palabras del pasado, el archivo que nos condena. Todos nos enredamos y todos nos desatamos.
Conociendo a mi otro Yo seremos capaces de entender para qué hacemos o deshacemos algo, adoptar otras conductas que te permitirán obtener mejores resultados y ser más feliz en todos los ámbitos de tu vida, contigo mismo y con los demás.
Toda esta lección de vida nos dio Patricia, que nos contó como pintar le permite encontrarse. Una profesional que desde joven supo lo que es trabajar y forjar una familia. Madre de una niña de 28 años y dos niños de 21 años que se llevan sólo días de diferencia en sus cumples, y detrás de ese cálculo hay una gran historia de puro amor.
Esta mujer es digna de mi admiración, me encantaría poder contarles más pero sería invadir su vida privada. Ella como muchas otras mujeres es una guerrera incansable, trabajadora, que formó una hermosa familia, que sigue adelante a pesar de los golpes de la vida y que ahora encuentra en el arte el camino hacia la felicidad y la paz interior en una buena jornada de pintura entre amigos y el amigo interior.