Si bien aún se encuentra en vías de estudio, investigadores argentinos han comprobado que la corteza del Guatambú blanco, el majestuoso árbol de unos 25 metros, nativo de Misiones, contiene compuestos que pueden neutralizar al parásito de la Trypanosoma cruzi, que produce la enfermedad conocida como mal de Chagas, que afecta a alrededor de siete millones de personas, y se lleva la vida de 10 mil de ellas a nivel mundial.
Se trata de un avance muy significativo para la ciencia ya que los fármacos que están disponibles actualmente para tratar la enfermedad de Chagas son pocos y con varios efectos secundarios registrados.
La investigación está a cargo del equipo de científicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), liderado por el doctor en química Juan Palermo quien, en un informe, se mostró asombrado de la biodiversidad de la provincia y destacó que la historia da testimonio que muchos componentes de medicamentos se encuentran en principios activos de vegetales.
Por otro lado, el logro es doblemente importante ya que enfermedades como el Chagas y la Malaria, según lo indicó Palermo, son enfermedades que se denominan “desatendidas”, ya que históricamente se mostró poco interés a nivel mundial a la hora de invertir en investigaciones científicas para erradicar estas patologías, que a su vez, afectan en mayor porcentaje a las poblaciones más vulnerables y menos desarrolladas.
Asimismo, a pesar del gran avance, en dicho informe el doctor Palermo, declaró que luego del descubrimiento, deben respetar una serie de pasos que requieren optimizar el producto y luego hacer experimentos para ver si el medicamento es apto para el consumo humano.
Fundación Bosques Nativos
La investigación y el descubrimiento, que posicionarán la ciencia argentina y la flora nativa de Misiones a nivel mundial, se dio también gracias a la ONG Nacional Bosques Nativos Argentinos para la Biodiversidad, una fundación que cuenta con unas mil hectáreas en la zona de Oberá donde se sitúa el Centro de Investigaciones Antonia Ramos (CIAR) que trabaja en diversos proyectos como la restauración de la selva misionera degradada.
En cuanto a eso el director del CIAR el biólogo investigador del CONICET Esteban Avigliano, contó a PRIMERA EDICIÓN cómo se dio el trabajo en conjunto con el equipo de investigadores de la UBA y cómo trabajan investigando la selva nativa.
“Nosotros recibimos y le damos facilidades a muchos grupos de investigaciones del país, más de 50 de todas las provincias, de los cuales este grupo es uno de ellos”, explicó. Es así que el Guatambú es tan sólo una de las especies que se estudian dentro de Bosques Nativos.
“En particular, este grupo de investigadores necesita estudiar específicamente a ese árbol, entonces nosotros mantenemos a esos ejemplares, los cuidamos y hacemos la cosecha de la corteza”, indicó.
Es así que en la primera visita, el equipo de investigación tomó un pequeño corte del tronco de 30 por 30 centímetros que equivalen a un kilo de corteza y medio gramo de distintos alcaloides, para después analizarlos y luego descubrir que uno de los componentes inhibe el parásito del Chagas.
En otras palabras “le damos valor al monte porque en vez de talarlos para la industria maderera, no lo talamos y lo utilizamos en beneficio de la ciencia y la lucha contra enfermedades”. Cabe destacar que anteriormente el tronco del Guatambú era utilizado únicamente para la fabricación de muebles refinados de madera.
A su vez el CIAR, con un equipo interdisciplinario de más de 50 profesionales veterinarios, biólogos, químicos, geólogos, realiza investigaciones propias de diversos temas como contaminación ambiental, los agroquímicos y muchos otros temas.
Enfermedad que afecta a millones
Una de las cuestiones que da relevancia a la investigación es que el Mal de Chagas afecta a más de siete millones de personas en el mundo, y se lleva la vida de al menos diez mil personas que por lo general son de lugares donde viven los insectos triatominos que transmiten el parásito: la vinchuca, más conocida como la “chinche”.
Es decir en América del Sur, América Central y México. También puede trasmitirse a través de alimentos contaminados, una transfusión de sangre.