Cuando las hormigas aparecen en los jardines y, peor aún, en la huerta, se busca eliminarlas lo más rápido posible para preservar el bienestar de los cultivos. Al respecto, hay una serie de métodos de control biológico a aplicar para mantenerlas al margen de la huerta del hogar.
Las hormigas negras son seguramente una de las visitas más frecuentes y menos queridas de nuestra huerta. Dentro de las especies más conocidas están la roja (que pica), carpintera y la denominada “hormiga argentina”, que son aquellas pequeñas que suelen abundar en las cocinas.
Si bien cumplen un rol necesario en la naturaleza, generalmente suelen traer inconvenientes en los cultivos. Es así que se debe aprender a regular su población, ya que una colonia puede estar formada por millones de ejemplares.
A principios de primavera y finales del verano son los dos momentos donde ocasionan mayores daños. La razón principal es para aumentar sus reservas alimentarias para luego enfrentar el semestre frío del año.
Así, las hormigas negras son defoliadoras, es decir, cortan las partes verdes de las plantas. Una vez que obtienen ese material, dentro del hormiguero sirve de sustrato para la aparición de hongos de los cuales se alimentan realmente.
La estrategia que en general utilizan es atacar una serie de plantas por vez según su preferencia para luego pasar a otras.
Las hormigas son muy selectivas en cuanto a los vegetales a cortar. Por lo general seleccionan plantas que tengan buena calidad alimentaria y no posean sustancias desagradables o tóxicas. En la huerta, las legumbres como habas o arvejas son las primeras en ser consumidas. El perejil suele ser atacado habitualmente; y en las plantas ornamentales, los rosales y jazmines pueden rápidamente ser consumidos.
Estos insectos se ven atraídos por la falta de riego, aparentemente debido a que pueden detectar que hay mayor cantidad de nutrientes en la savia.
En cuanto a los daños, la gravedad es mayor en plantas más pequeñas tanto como en las que fueron atacadas con anterioridad. Por otro lado, en el caso de los cultivos de mayor tamaño, podrán sobrevivir aunque su crecimiento será fuertemente reducido.
Estrategias de control
Una técnica de control biológico es utilizar cebos atrayentes. En primer lugar, permiten desviar la atención del atacante hacia el cebo y evita así que el blanco sea la planta. Este implemento también puede afectar la alimentación de las hormigas, como por ejemplo el arroz, y a la vez permite que las hormigas transporten sustancias tóxicas al nido, para que luego ataquen a la honguera (como ocurre con el sulfato de cobre).
El manejo o control biológico requiere que se realice en forma integrada y no sólo aplicando una receta. Hay que encontrar el equilibrio dentro de la huerta buscando que no ataquen a las hortalizas, en principio mediante la combinación de especies o presencia de aromáticas.
Con respecto a los repelentes naturales, se puede destacar a la menta, ajo y cebolla, ajenjo, lavanda, ruda y el sésamo.
Para detectar la presencia de hormigas, es prudente utilizar trampas en aquellas especies muy preferidas por ellas como las habas y la arveja. Ni bien se visualice un ataque sobre el blanco, es el momento de preparar el control biológico. Los llamadores más utilizados son: cáscaras de cítricos, miel, y granos de arroz partido.
Otra técnica recomendada es utilizar a los hongos verdes y azules que atacan a las frutas cítricas que pertenecen a las especies Penicilium sp., y consiste en tomar varias de esas frutas y realizar un macerado.
Para eso, se debe filtrar este líquido y se riega sobre la entrada del hormiguero: el objetivo es “regar” esporas de estos hongos sobre el hormiguero, las cuales germinarán en la honguera y eliminarán al hongo que utilizan las hormigas como alimento; provocando así su alejamiento de la zona.
Fuente: Eco&Agro