El desencanto de los jóvenes, además del que arrastran muchos adultos que no encuentran una representatividad dirigencial, hace que gane la desesperanza de cambiar el rumbo del país, en especial en lo laboral y económico para un futuro más próspero que le escape a la pobreza y la indigencia en crecimiento en nuestro país.
Al respecto, el sacerdote Alberto Barros (reconocido por su militancia social en Cáritas) fue crítico en una entrevista por FM 89.3 Santa María de las Misiones, al referirse a la actuación de los gobernantes y dirigentes tanto del oficialismo como de la oposición, frente al duro contexto en el que crecen las nuevas generaciones.
Dijo que los jóvenes hoy “tratan de vivir lo mejor que pueden, sin grandes perspectivas de futuro y muchas veces desgraciadamente terminan buscando una evasión en las adiciones, en el alcohol, en las drogas que hoy la tienen al alcance de la mano con una facilidad enorme y uno ve cómo ese veneno se extiende en los barrios más humildes”, aunque “por supuesto que en todas las clases sociales hay consumo de drogas”.
Lo lamentable es que, con el correr de los años, nos acostumbremos los argentinos -y los misioneros en particular- a que sea “normal” no conseguir mayor dignidad para nuestras familias.
En especial porque Barros recordó que “hay muchísimas familias que ya no comen adecuadamente en cantidad y en calidad. Hay muchos chicos con problemas malnutrición, desnutrición, que impacta luego en su desarrollo integral, en el aprendizaje y que luego terminan abandonando la escuela, es una situación muy dura. Me resisto a ser pesimista, pero uno no ve hoy grandes horizontes a la vista que despierten esperanzas; ojalá que sí, que se pueda revertir esta situación y lo antes posible”.
En medio de tanto descreimiento, que puede redundar en la no participación social para intentar modificar la crisis, vale la pena destacar una cita del papa Francisco: “No permitamos que nos roben la esperanza”. Muy especialmente a nuestro jóvenes que están a tiempo de hacer mejor las cosas.