La bajante extrema del río Paraná ya lleva 22 meses en Misiones y generó una crisis hídrica sin precedentes en todas las ciudades costeras de la Cuenca del Plata.
Los caudales entrantes al tramo compartido del río Paraná con Paraguay sufrieron una fuerte reducción al comienzo del mes de marzo de 2020, motivando al Sistema de Alerta del Instituto Nacional del Agua (INA) a realizar un seguimiento especial ante un escenario muy poco frecuente que pronto se constituyó en extraordinario.
Al respecto, el subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA, Juan Borús, repasó con PRIMERA EDICIÓN cómo se fue dando este fenómeno que provocó impactos económicos, ambientales y sociales.
“Empezó con una sequía que se comenzó a manifestar en junio de 2019 en la cuenca del Paraguay y después en la ribera misionera lo sentimos fuertemente en la primera semana de marzo de 2020. Desde entonces estamos teniendo niveles persistentes que son muy bajos. Tuvimos esta semana un mínimo en Puerto Iguazú de 1,70/1,90 metros, un nivel extraordinariamente bajo y lo que también importan son las fluctuaciones que tiene la hidrovía”, expresó.
Explicó que “esta situación se viene dando por la carencia de lluvias”, por lo tanto para que esto mejore se necesita que “se normalice el patrón de lluvias sobre la región que tiene respuesta directa. Si empezara a llover eventos medianamente seguidos y con una buena cantidad de lluvia sobre la provincia de Misiones, el este de Paraguay, y en la cuenca de aporte directo del embalse de Itaipú que es la cuenca baja del Iguazú, si cayeran allí las lluvias, cosa que no se está dando y que la previsión no lo indica, tendríamos una mejora más rápida”, detalló.
Por todo esto, Borús enfatizó que “todas las miradas están puestas en el patrón de lluvias regionales de los próximos meses”.
“Hasta ahora todas las previsiones que tenemos en el corto, mediano y largo plazo que serían durante todo el resto del verano y hasta ya el comienzo del otoño, indican que las lluvias no serían normales, es decir que serían inferiores a las normales, y eso obviamente no va a alcanzar para que tengamos una mejora sensible”, remarcó.
A su vez, reiteró que “para que tengamos una mejora de la situación las lluvias tendrían que ser superiores a las normales”.
Consecuencias
El experto del INA advirtió que “la continuidad de esta situación hace que todos los impactos, que ya hemos visto desde marzo del 2020, persistan con la misma gravedad”.
“Estoy hablando de las tomas de agua urbanas, ya sea sobre el río Paraná, Uruguay o internas dentro de la provincia lo que lleva a que la sequía sea un problema; los incendios forestales; y los problemas de navegación fluvial que a Misiones no le toca tanto aunque de alguna manera sí porque hay barcazas que salen con bandera paraguaya del este de Paraguay frente a Misiones y evolucionan por el río Paraná cruzando la esclusa de Paraguay y ahí siguen para abajo”, apreció.
En este sentido, indicó que la navegación fluvial “va a tener un desafío muy claro” ya que “es muy probable que este próximo otoño sea el tercero consecutivo con niveles desfavorables”.
Asimismo, sostuvo que “la generación eléctrica también tiene una limitación porque las represas de Yacyretá y Salto Grande están produciendo la mitad de energía que deberían producir”.
Y agregó que “son todos impactos que se deben tener en cuenta ante un escenario como este que es tan extraordinario”.
Normalización de la cuenca
Para hablar de normalización de la extrema bajante del río Paraná en Misiones, el ingeniero del Instituto Nacional del Agua, Juan Borús, apuntó a PRIMERA EDICIÓN que “tienen que darse tres pasos concretos”.
El primer paso es que “las lluvias sean sobre la región de influencia de la cuenca de manera persistente y superiores a las normales”.
Un segundo paso es que “esas lluvias lleven a que la humedad del suelo en esa región, tanto en el Este del Paraguay como en la cuenca de Itaipú, se sature y llegue a niveles importantes. De manera que los excedentes de esas lluvias comenzarán a ir a los afluentes y de ahí a los ríos como el Paraná”, aclaró.
Mientras que la tercera instancia consiste en que “el río Paraná tenga una evolución lo más rápida posible hacia los valores normales, que en estos momentos está muy lejos de estar en esa situación y no hay una previsión muy clara de que eso vaya a ocurrir”.
Este mes vence el decreto de la emergencia nacional
La bajante extrema del río Paraná afecta el abastecimiento y la calidad del agua potable, la navegación y operaciones de puerto, el ecosistema y la generación de energía hidroeléctrica. Por tal motivo, el Ejecutivo nacional firmó el Decreto 482/2021 que declaró el “Estado de Emergencia Hídrica” por un lapso de 180 días, a efectos de generar un marco normativo que permita brindar las herramientas que permitan actuar contra la bajante.
El decreto vence a fines de enero y los especialistas advierten que el agua no va a volver tan rápido. “Ese decreto permitió aportar fondos para atender el grave problema de las tomas de agua urbanas en las siete provincias argentinas que están incluidas en la Cuenca del Plata, básicamente ese fue el objetivo y se hicieron un montón de mejoras”, destacó a PRIMERA EDICIÓN el subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA, Juan Borús.
No obstante, indicó que debido a esta situación tan especial que hace que “tengamos que apelar a todos nuestros recursos y herramientas para poder extenderla por un lado y en función de eso predecir cómo puede llegar a evolucionar”.
“En este momento estamos teniendo un caudal entrante al tramo misionero-paraguayo del Paraná, medianamente estable, pero sumamente bajo, en el orden de la mitad de lo que debería ser fácilmente y eso nos pone nuevamente en un problema porque de ahí para abajo ese caudal, que no levanta y no mejora, hace que el río Paraná del territorio argentino permanezca por debajo de la línea de aguas bajas”, concluyó.