El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos. Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes, en sus propios países y en el extranjero. Prácticamente todos los países del mundo están afectados por el tráfico, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas.
Se define como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.
Esa explotación incluye la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

Entre 2020 y 2023, se detectaron más de 200.000 víctimas en todo el mundo, lo que no es más que la punta del iceberg, ya que se cree que el número real de casos no denunciados es significativamente mayor.
En 2022, personas de 162 nacionalidades fueron víctimas de la trata en 128 países diferentes. Las víctimas procedentes de África fueron el grupo objeto de trata más numeroso: representaron el 31% de los flujos transfronterizos de trata.
Ese mismo año se verificó un aumento del 25% en el número de víctimas de trata detectadas en el mundo, en comparación con cifras anteriores a la pandemia de 2019.
Alrededor del 70% de las personas investigadas, procesadas y condenadas por trata en 2022 eran hombres, mientras que el 74% de ellos operaba en el seno de grupos delictivos organizados.
En los últimos 15 años, la proporción de niños y niñas entre las víctimas de la trata detectadas se ha triplicado, mientras que la proporción de niños varones ha aumentado cinco veces.
Fuente: ONU









