Hay tantos elementos que utilizamos diariamente y nunca pensamos de dónde vienen, cómo se logra el producto final. En este caso la producción de esponjas vegetales o Luffa aegyptiaca, que llega desde San Vicente hasta empresas de Buenos Aires para la venta y son productores misioneros los que producen, cosechan y elaboran, lo que luego se utiliza como esponjas, manoplas, manoplines de baño, esponja de limpieza faciales, entre otros tantos productos.
José Antonio Pereira es un productor y elaborador de esponjas vegetales y está al frente del emprendimiento familiar Esponjas Vegetales La Victoria que lleva más de 20 años en el mercado y contó a PRIMERA EDICIÓN cómo trabajan, cuál es el proceso y los desafíos que enfrentan.
La esponja vegetal es la fruta de una enredadera “se selecciona la mejor semilla, de la esponja que tenga mejor fibra y se planta, así la fruta es de mejor calidad y se utiliza todo. Nosotros, mi familia, comenzamos con este emprendimiento hace más de 20 años. Como muchos productores de esta zona, mis padres plantaban esponja para vender y era un ingreso más para la familia, pero no el principal. Un día mi madre vio en un lugar una bolsa de esponjas vegetales colgadas y se acercó a preguntar, pensando en la posibilidad de venta de nuestra producción y resultó que era una empresa de envíos que mandaba a Buenos Aires. Le dieron el contacto y así comenzó todo”, contó.
En crecimiento
Hoy, José Antonio está al frente del emprendimiento que este año adquirió “320 mil frutas y pensamos que para el año que viene necesitaremos un millón, se necesitarían 100 productores para llegar a esa cifra. El problema que tenemos es la producción de la esponja, nosotros trabajamos con unos 20 productores de El Soberbio, que es una de las zonas de producción de esponja, junto con Monteagudo y otras localidades, pero no alcanza. No hay muchos productores que se dediquen a la plantar la esponja, porque es un producto secundario para ellos, la mayoría planta tabaco y después de la cosecha en un sector pequeño de 4×3 plantan la esponja que se convierte en una enredadera donde salen los frutos, que son las esponjas en sí. Los meses de cosecha son abril, mayo y junio. No hay productores que se dediquen exclusivamente a producir esponja y es una lástima porque es una planta que no necesita agroquímico ni nada”, explicó.
Pereira contó que trabaja con varias empresas de Buenos Aires donde “el mercado es bueno y creo que es una opción. Nosotros producimos un poco de esponja y lo demás lo compramos a los productores de El Soberbio. Acá en San Vicente, me arriesgo a decir, que somos los únicos dedicados a esto. Nosotros traemos la fruta, se limpia después las seleccionamos. Unos empresarios de Buenos Aires con los que trabajamos vinieron y nos enseñaron el proceso necesario y qué maquinarias necesitaríamos, y lo hicimos”.
“Hoy nosotros hacemos todo el proceso, se separan las esponjas por grosor, así las de 15 y 16 centímetros le colocamos un cordón y se convierte en la esponja de baño, las demás se cortan de un determinado grosor, se pasa por la máquina que la aplasta se coloca la tela y el último paso es coser, así se convierte en manoplas enteras, manoplines con elástico para el agarre o lo que nos pidan. Después lo empaquetamos y enviamos”, explicó.
En total en la empresa de Pereira son seis personas las que se ocupan de todo “de mi familia directa somos tres y tres más que son familiares, por eso decimos que es una empresa familiar”, indicó.
Limpieza y elaboración
Una vez que tienen la producción, los frutos pasan por un proceso “hay que tener agua para lavar, se pasa por cloro para blanquearlas, lo ponemos en una pileta, nosotros ya las traemos sin cáscara, las pasamos por cloro, en 2.800 litros de agua se ponen 15 litros de cloro, se blanquea la esponja, se la escurre y se estira para el secado. Las esponjas de 30 centímetros para arriba, se abren, se saca el centro y queda una plancha para pasarlas por un rodillo, se corta a las medidas que se necesitan y pasan a la costura”, explicó Pereira.
Para esto necesitan contar con un pozo perforado que los provea de agua que “es fundamental para el trabajo. Un pozo perforado es lo que nos falta y estamos gestionando con el Municipio y la Provincia”, contó.