Cuando notes que tu cuerpo y mente no logran relajarse como antes es fundamental que revises los horarios, que sean regulares tanto a la hora de acostarte como de levantarte. No comer más tarde de lo habitual ni te quedes trabajando después de hora.
Trata de hacer todo en su tiempo y espacio a pesar de las modificaciones que tuvimos que ir incorporando de a poco. Recuerda que tu meta es reducir la ansiedad no aumentarla.
Independiente de que te hayas acostado tarde, al otro día es muy importante que te levantes a la misma hora cada mañana. Recordá amiga y charlálo con tus hijos adolescentes: el objetivo es que el cuerpo se adapte a un determinado ritmo para que sea más fácil dormirse.
La vida desordenada, el cigarrillo, la ansiedad, el alcohol, las comidas chatarras que los adolescentes aman son las principales causas de un descanso insuficiente. No está demás recordar lo que los nutricionistas repiten a diario: disminuya la cantidad de tóxicos en su cuerpo comiendo moderadamente y sano.
Si sos fumadora y bebedora de mate en cantidades elevadas deberás replantearte el consumo porque aparte de excitar el sistema nervioso su efecto es acumulativo. Entonces amiga, evitá tomar mate, té o café, chocolate, bebidas gaseosas o cualquier estimulante del sistema nervioso central por lo menos 4 horas antes de acostarte.
La actividad física es muy importante pero como durante la pandemia el miedo persiste, una caminata diaria mejora notablemente el descanso nocturno gracias a la exigencia muscular que produce y al aporte de vitamina D.
También te servirá cualquier otra actividad rutinaria antes del sueño para que te ayude a relajarte: leer un libro, escuchar música relajante, colocar aromas de lavanda o rosas en un aromatizador en tu habitación.
Algunos fármacos ocasionan insomnio porque muchos de sus componentes son estimulantes. Otro tips la cena debe ser liviana y en lo posible dos horas antes de acostarse así la digestión se realiza mejor.
Evitá las comidas grasas, los picantes y las conservas. Lo correcto serían frutas, verduras de hojas verdes, huevos, lácteos, pastas, cereales y legumbres.