La idea de establecer este día como una señal de respeto y agradecimiento hacia quienes tratan de preservar la vida y la integridad de los patrimonios y recursos naturales de los efectos de fuegos no deseados y recordar a quienes han perdido la vida, o sufrido daños o secuelas en la lucha contra los incendios de bosques y campos.
La fecha surge de un trágico incendio producido en 1998 en un bosque en la zona de Linton (Canadá), que ocasionó la muerte de cinco brigadistas que trabajaban para extinguirlo.
Pero además coincide también con el Día de San Florián de Lorch, considerado el santo patrono de los combatientes.