Mientras el mundo combate la segunda ola de COVID-19, la Argentina entra en una nueva temporada de otoño-invierno en la que otros tantos virus respiratorios comienzan a circular en simultáneo con el tan temido SARS-CoV-2.
En virtud de no desatender ni dejar ningún aspecto de la salud de los llamados “grupos de riesgo” al azar, ocurre en el país una situación que llamó al análisis a los especialistas: muchas de las personas que recibieron o están a la espera de recibir la vacuna para prevenir el coronavirus deben, además, inmunizarse contra la gripe estacional y poco se sabe sobre la interacción de ambas vacunas, o si pueden o no aplicarse de manera simultánea o cercana en el tiempo.
Sobre esto, el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Juan Manuel Castelli, explicó a Infobae que “la campaña de vacunación antigripal tiene como propósito reducir las complicaciones, hospitalizaciones, muertes y secuelas ocasionadas por la infección por el virus influenza en la población de riesgo en Argentina”. Para lograr este objetivo, cada año es necesario alcanzar coberturas mayores o iguales al 95% en cada grupo de la población en riesgo.
En ese sentido, el funcionario señaló que “a partir de la disponibilidad de dosis, se dará inicio a la campaña de manera gratuita y obligatoria en todos los vacunatorios y hospitales públicos del país, destinada a la población de riesgo definida”. El momento para la finalización de la vacunación se establece según situación epidemiológica.
En simultáneo, la campaña de vacunación contra el COVID-19 iniciada en el país el 29 de diciembre “busca disminuir la morbilidad-mortalidad y el impacto socioeconómico ocasionados por la pandemia en la Argentina”, precisó Castelli, quien definió que el objetivo de dicha campaña es “vacunar al 100% de la población implementando una estrategia de vacunación escalonada y en etapas, en la que se irán incorporando distintos grupos de la población definidos como ‘población objetivo a vacunar’ en forma simultánea y/o sucesiva, sujeta al suministro de vacunas y priorizando las condiciones definidas de riesgo”.
“Dado que en este momento la circulación del virus SARS-CoV-2 supera ampliamente a la del resto de los virus respiratorios se recomienda que la vacunación contra el COVID-19 no se difiera para los grupos priorizados y sea administrada oportunamente en cuanto se cuente con las dosis disponibles”, enfatizó Castelli, para quien “con la evidencia disponible al momento, el intervalo entre la vacuna contra COVID-19 y cualquier otra vacuna debe ser de al menos 14 días para poder monitorear durante las primeras dos semanas posibles efectos que pudiera producir, con la aplicación de cualquiera de las dos vacunas”.
Por otro lado, a nivel mundial no hay todavía resultados sobre la coadministración de vacunas contra COVID-19 y las destinadas a prevenir otras enfermedades por lo que el intervalo mínimo de 14 días se recomienda no sólo para la vacunación antigripal sino para todas las otras vacunas que forman parte de los calendarios de inmunización.
Ante la consulta de este medio, el médico infectólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi), Omar Sued (MN 91262) consideró que “es importante mantener los esquemas habituales y que todas las personas mayores que tienen indicación de vacuna de gripe y neumonía la reciban”.
Y tras señalar que “cualquier persona mayor de 65 años tiene que estar vacunada contra la gripe y el neumococo”, aclaró que “la vacuna antineumocócica no se da todos los años así que muchos de quienes ya están vacunados contra esa enfermedad y tal vez no la tienen que repetir este año, pero sí se tienen que aplicar la antigripal”.
Con él coincidió el médico infectólogo Lautaro De Vedia (MN 70640), quien reconoció que “toda esta situación es nueva así que lo que hay que seguir son las recomendaciones del Ministerio de Salud, que tal vez con el tiempo puedan modificarse, pero ante la falta de evidencia en muchos aspectos se decidió que tiene que haber 14 días de diferencia mínimo entre una vacuna y la otra”.
“Se desconoce si hay interacciones o factores que puedan ser negativos como consecuencia de aplicarlas juntas o en periodos menores así que esa es la recomendación”, insistió el experto del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sadi.
Para Sued, “en un contexto de pandemia, lo más importante para los mayores de 60 años es vacunarse contra el COVID, entonces, en ese sentido, si tienen la posibilidad de vacunarse pronto porque ya están inscriptos en la página y a la espera de un turno o ya tienen el turno asignado es importante primero inmunizarse contra el COVID, y una vez vacunados contra esta enfermedad esperar dos semanas para darse la antigripal”.
“Ahora, si no tienen turno, no están registrados y no tienen certeza de cuándo los van a vacunar contra el COVID-19 o tienen la seguridad de que no los van a vacunar en las próximas dos semanas (porque por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires todavía no se abrió el registro para los menores de 70) pueden vacunarse lo antes posible contra la gripe y a los 14 días recién van a poder vacunarse contra el COVID”, detalló.
De Vedia observó que “se genera una situación de difícil organización porque la gente no sabe cuándo se va a vacunar contra el COVID, dado que ante la escasez de vacunas los turnos se otorgan muy sobre la fecha y ahí la decisión queda librada al arte de cada médico que trate a un adulto mayor”. “Si se estima que el turno no va a ser antes de los próximos 15 o 20 días sería preferible que se dé la vacuna antigripal inmediatamente y la antineumocócica si le toca, ya que ésas se pueden dar juntas y luego dar tranquilo la vacuna contra el COVID -aconsejó-. O bien si le toca la vacuna anti COVID con más cercanía en el tiempo y dado que la segunda dosis se va a aplicar recién a los tres meses lo ideal sería dar primero esa y a los 14 días la antigripal”.
“Muchos pacientes consultan qué hacer y la recomendación es ‘jugar’ un poco con esas variables: si se trata de un paciente de 75 años que por ejemplo se anotó en Ciudad y sabe que pronto le van a asignar el turno mi consejo sería esperar darse primero la del COVID y pasadas dos semanas la antigripal”, ejemplificó el especialista, quien diferenció que “si se trata de un paciente de 68 años que todavía no está determinada la inscripción para ese grupo le aconsejaría darse primero la antigripal y esperar su turno para la del COVID”.
Quiénes deben recibir la vacuna antigripal y quiénes la anti COVID-19
Según establece el Ministerio de Salud, la población objetivo a ser inmunizada contra la influenza estacional es:
– Personal de salud
– Embarazadas: en cada embarazo y en cualquier trimestre de la gestación.
– Puérperas: hasta el egreso de la maternidad –máximo 10 días-, si no recibió la vacuna durante el embarazo.
– Niños de 6 a 24 meses de edad (son dos dosis, si no recibió dos dosis anteriormente)
– Personas entre los 2 y 64 años que tengan alguno de los siguientes factores de riesgo: enfermedades respiratorias, enfermedades cardíacas, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas (no oncohematológica), pacientes oncohematológicos y trasplantados, obesos con índice de masa corporal mayor a 40 Kg/m2, personas con diabetes, personas con insuficiencia renal crónica en diálisis o con expectativas de ingresar a diálisis en los siguientes seis meses, retraso madurativo grave en menores de 18 años, síndromes genéticos, enfermedades neuromusculares con compromiso respiratorio y malformaciones congénitas graves, tratamiento crónico con ácido acetilsalicílico en menores de 18 años, convivientes de enfermos oncohematológicos y convivientes de prematuros menores de 1.500 gramos.
– Personas de 65 años y mayores. En las personas mayores de 65 años no se requerirá orden médica para recibir la vacuna antigripal y se aprovechará la oportunidad para aplicar la vacuna contra neumococo que corresponda
– Personal estratégico. En función de la disponibilidad de dosis y la dinámica habitual de la vacunación antigripal, podrán incorporarse a esta categoría, los mismos grupos establecidos y alcanzados por la vacuna contra COVID-19.
En tanto para la vacuna anti COVID-19, la población objetivo dispuesta por la cartera sanitaria, en coincidencia con la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) es:
– Personal de salud (toda persona que realice tareas y/o preste servicios en establecimientos de salud, públicos o privados, cualquiera sea la relación contractual a la que se hallaren sujetas)
– Personal estratégico (se considera personal estratégico a toda persona que desarrolle funciones de gestión y/o conducción y funciones estratégicas necesarias para el adecuado funcionamiento del Estado. Incluye: Fuerzas de Seguridad y Armadas, docentes y personal no docentes de todos los niveles educativos, funcionarios del Estado y personal del Servicio Penitenciario).
– Personas de 18 a 59 años con alguno de los siguientes factores de riesgo: personas con diagnóstico de diabetes (insulinodependiente y no insulinodependiente), obesidad grado 2 (índice de masa corporal -IMC- mayor a 35) y grado 3 (IMC mayor a 40), enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica, incluido pacientes en diálisis crónica, enfermedad respiratoria crónica, cirrosis, personas que viven con VIH independientemente del recuento de CD4 y niveles de carga viral, pacientes en lista de espera para trasplante de órganos sólidos y trasplantados de órganos sólidos, personas con discapacidad residentes de hogares, residencias y pequeños hogares.
– Personas mayores de 60 años.
Según los datos que arrojó la vigilancia epidemiológica de virus respiratorios durante 2020, el virus que circuló con una amplia mayoría fue el SARS-CoV-2. Respecto a la circulación de otros virus respiratorios, actualmente continúan predominando adenovirus, parainfluenza, influenza A sin subtipificación e influenza B sin linaje.
Las enfermedades causadas por otros virus respiratorios diferentes al SARS-CoV-2, por ejemplo, neumonía, bronquiolitis y enfermedad tipo influenza (ETI), mostraron una franca disminución en 2020 respecto a los años anteriores.
Fuente: infobae.com