Ya comenzamos el último mes de este año, más lleno de nosotros que nunca. Este año nos invitó a hacer una pausa, a volver a nuestras raíces, nuestra familia, a valorar lo importante del contacto y de repente el abrazo se volvió de color celeste ( “el que quiere celeste que le cueste”), y observen esto cómo todo está más conectado de lo que creemos, el azul y todas sus tonalidades representan la comunicación.
Este color es representado por la voz, los brazos, las manos porque no se olviden que también hablamos con el cuerpo, con gestos. Así que acá entra el abrazo, eso que nos hace ser uno con la otra persona, donde se unen los corazones y nos sanamos.
Hablemos entonces de este color, el azul y sus tonalidades, que está en grandes dimensiones en nuestro planeta, como el cielo y el mar. Este color es el más accesible a nosotros así que cuando necesiten encontrar paz, tranquilidad, palabras que necesitan decir y no les sale, también en caso de necesitar más confianza en uno mismo es ideal y de ¿qué manera podemos incorporarlo?
Bueno primero siendo conscientes de que necesitamos el azul en nuestras vidas y basta con salir afuera mirar al cielo, dar las gracias y respirar ese color que tienen los días lindos. Por algo el cielo es de este color, en caso de que esté nublado y si ya leyeron mis anteriores notas saben que pueden conectarse con este color a través de la visualización, la meditación y la respiración.
El cielo nos brinda muchos colores, el amanecer con sus tonos naranjas, amarillos, rosas en algunas oportunidades, nos invitan a empezar el día llenos de energía, de vitalidad, y alegría, mirar una salida del sol nos conecta con Dios, con la esperanza y el milagro de un nuevo día.
Los días de lluvia con sus tonalidades en grises nos invitan a conectarnos, la nostalgia nos invade, que por momentos es necesaria para volver a nuestro centro y tener presente lo que sentimos. Conectar con el gris no es malo sólo no te quedes mucho tiempo ahí, ya que la tristeza no debe ser protagonista por largo tiempo.