Por: Mirtha Esther Lorenzzetti
Nadie lo vio, lo muestran como una pelotita con pinchos, asquerosa, letal. La veo oronda en la pantalla y cambio de canal.
Últimamente sólo se habla de COVID-19. Virus chino, coronavirus. Y para completar la llegada de tan temido enemigo, viejos, jóvenes y niños, incorporamos elementos y un léxico impensado: Barbijo, aislamiento, plasma, contagio, hisopo, negativo, positivo, alcohol en gel, jabón de todo tipo, distancia social, virus, rebrote, vacunas, fases, temperatura, desinfectante, guantes, enfermedades crónicas, respiradores, defensas bajas, angustia, vulnerabilidad, desolación, clases virtuales, zoom, U.T.I. colapso y se puede seguir…
Aquí estoy yo, con análisis médicos sin analizar profundamente, no los entiendo, excusa “todas las clínicas están abocadas a la nueva pandemia”. Mi corazón late cada vez más descontrolado y mis nervios hacen que esté con pánico y de mal humor. Hasta que el médico clínico abre la cartilla de los análisis, su semblante se puso serio y sombrío como mi alma.
Más exámenes, más complejos. Pánico para mi, desconcierto general. En las ciudades chicas, nos conocemos todos y es muy normal una relación casi familiar, médico- paciente.
Laboratorios de mayor complejidad. Hematóloga, Psicóloga, Psiquiatra, Nutricionistas. Gran Equipo que se ocuparon y ocupan de mí.
En mi cabeza se rompen mil cristales de colores, los ruidos me aturden, no puedo estar sola y lo peor que tengo que recurrir a medicamentos para dormir. Bajé mucho de peso y no me encuentro en mi propio cuerpo.
El coronavirus azota…Las fuentes oficiales anuncian cierre de fronteras, hay miles de contagiados y miles de muertos en el mundo. Se teme por los presos y vuelven a la libertad cientos de ellos. Unos lloran, se encierran, otros muy audaces aprovechan para lucrar. Se cierran empresas, por ende fuentes de trabajo. Mucha gente solidaria forma grupos para cocinar y servir a los más necesitados. La Justicia tambalea inclinándose más a defender a los poderosos y entorno.
Y YO, con mi propia historia, en medio de la pandemia. Justo el día de mi cumpleaños, recibí el diagnóstico. Justo tres meses de hacerse oficial la pandemia era lo que intuía desde el principio. No lo voy a poner aquí porque decidí dejar tranquila a mi enfermedad. Ignorarla.
Y sigue el COVID-19…
Muestran murciélagos, arañas, gusanos, ratas y hasta cerdos, guerra química para matar viejos, pico, curva, meseta. La Cloroquina para curar “La gripecita“ de Bolsonaro, o la IdroXcloroquina de Trump.
Y yo con lo mío…
No van a creer que con el diagnóstico me tranquilicé, aparecieron Ángeles en mi vida, los que no preguntan, los que contienen y rezan en silencio. Gran ocasión para aprender lecciones, para profundizar, para valorar, para volver a recuerdos estimulantes, para quererme aún más, para detenerme, relativizar. Descubrí mi poder mental, mi deseo de despertar y ser feliz.
Sigue el COVID-19. Afuera hay rechinar de dientes. Las balas silban por las cabezas y a veces son certeras y matan. Se paró el mundo, los cruceros están varados, las personas encerradas y los aviones bajaron del cielo. El virus no hace distinciones. Se firman DNU, aparece el IFE y el AVH y otros. Hay guerra geopolítica por quién obtiene primero la vacuna.
Y yo con lo mío…
Asintomática. Vida normal. Me porto mal. Salgo, camino admiro los lapachos cubiertos de rosadas flores, piso la alfombra de pétalos que cumplieron su ciclo. Reverencio las viejas araucarias, admiro mi hermosa ciudad, juego con el viento, sé que es Dios que envolvente, cariñoso e invisible está cuidándome.
Y sigue el coronavirus…
Hay gente que trabaja, hay médicos, enfermeras, personal de seguridad, agentes de salud y tanta gente de buena voluntad que parpadean y duermen agotados…Algunos no los vuelven a abrir.
Las frases más usadas y me hacen reír… Las escribo porque siempre es bueno un poco de humor: “Cabeza de termo”, “Te rascas el higo”, “Dale”, “Cuidate”, A mi me pasa que”.
Y yo con mi historia…
Yo soy yo.
Con mucho amor comprendí de Resiliencia, Magnanimidad. Re descubrí el poder de la paciencia y el coraje para vivir y ser feliz…
La autora
Mirtha Esther Lorenzzetti.
Nació en Dos Arroyos, Misiones. Actualmente vive en Leandro N Alem.
Docente y escritora. Actual Presidenta de A.L.A . (Asociación Literaria Alem).
Autora de los libros:
“El Camionero”.
“Mi Pajarita de Papel”.
“Mujeres de mi alma”.
“Las Casas Hablan”.
Participó en distintos concursos, entre ellos, el Concurso Internacional de la Yerba Mate, en los que obtuvo seis premios y una mención especial. También en varias antologías locales, provinciales y nacionales.