Tanto para niños como para mayores, una mascota es un miembro más en la familia, así que decirle adiós supone un difícil momento en el que se inicia un duelo.
Uno de los mayores miedos de los adultos es comunicarle a un hijo la muerte de su mascota. Hay que destacar que la muerte de una mascota es, en muchas ocasiones, la primera experiencia directa que tiene un niño con la muerte.
Por esta razón, es importante actuar adecuadamente, ya que la primera muerte que vive el niño determina en gran medida cómo vivirá las demás muertes que se produzcan a lo largo de su vida. Algunas claves para explicar a los niños la muerte de las mascotas:
1 Si podemos anticipar la muerte de la mascota, es bueno que el niño sepa que su animal está enfermo. Si quiere, también puede acompañarnos al veterinario.
2 Hay que explicarle al niño que la mascota ha muerto y lo que esto implica, es decir: que no va a jugar más con ella, que no la va a ver. Podemos decirle que puede donar las pertenencias de la mascota a alguna protectora que las utilice, recoja y guarde, por si hay otras mascotas que las necesitan.
3 Si vamos a adoptar otra mascota -porque ya lo teníamos pensado-, es recomendable que no sea un mero reemplazo de la que teníamos, es decir, que responda a un verdadero deseo de tener mascota, y no sea simplemente una maniobra para que el niño no eche de menos a la anterior. Es bueno que tanto el menor como nosotros echemos de menos a la mascota. Por eso, hay que explicar al niño que iremos por otro animal de compañía cuando sea el momento.
4 Conviene hacer saber a los niños cuál es la esperanza de vida de las mascotas que tenemos: “Lo habitual es que vivan unos X años”. También les explicaremos, desde la tranquilidad, que es habitual que las mascotas vivan menos que sus amos.
5 Si hay que sedar a la mascota –es decir, practicarle la eutanasia-, le diremos al menor que se trata de un procedimiento habitual cuando las mascotas están enfermas, ya que no pueden explicarnos su dolor, y esto se hace porque los animales ya no pueden recuperarse, no comen, pierden peso y sufren.
6 Si detectamos que existe un sentimiento de culpa en el menor por el cuidado de la mascota -dado que a menudo los niños pueden tener un comportamiento negligente con los animales-, hay que hacerles entender que no son ellos los que han causado la muerte del animal. Y, si es necesario, también les explicaremos que a veces ocurren accidentes y que, en la mayoría de las ocasiones, no hay ninguna intención de hacer daño.
7 Conviene dejar que el niño exprese sus emociones, de modo que evitaremos frases del tipo: “Sólo era un animal”, “No es para tanto”, Dejaremos que el niño exprese lo que siente por la pérdida de su mascota y lo normalizaremos con frases como: “Es normal, pasaste mucho tiempo juntos”, “Ha sido una buena mascota y la has cuidado mucho”, “Ha tenido una vida muy feliz”.
Es importante dedicarle unas líneas, ya que en muchos casos, esta va a ser la primera oportunidad para un adulto de hablar a los niños de la muerte.
Además, la pérdida de una mascota puede servirnos para introducir el tema de la muerte desde la naturalidad, que es el mejor modo de hacer las cosas.
Puede ocurrir que esta experiencia provoque que los niños abran un intenso debate sobre la muerte. Como siempre, responderemos lo que sepamos con cariño y delicadeza.