En mis publicaciones sobre cromoterapia siempre menciono una palabra: “observar”, en primer lugar a mí, en cómo me siento y después al otro. El observarnos habla de conectar con nosotros mismos, de volver a nuestro centro, a nuestro origen. Observarnos nos conecta con nuestros colores y con lo que estemos vibrando en ese momento.
Cada emoción, cada sentimiento está relacionado con un color que muchas veces de manera inconsciente lo traemos a nuestra vida como cuando buscamos un color o lo rechazamos, sólo que no nos damos cuenta porque la mayoría del tiempo vivimos en modo automático.
Hay una forma de cambiarle el color a tu pasado en caso de que sea necesario y así liberarnos de miedos, culpas, apegos, envidias, etc.
Hagamos un ejercicio para un recuerdo lindo y para uno que no lo sea tanto. Los recuerdos lindos son los más fáciles, se van ver luminosos, divertidos y seguro nos van a sacar una sonrisa o una carcajada, incluso lágrimas de felicidad.
Esos recuerdos son de color rosa, naranja, verde y azul. Tengo un recuerdo con mi hija que para mí es de puro color rosa, de cuando la llevaba a la escuela todas las mañanas y sentía su manito chiquitita enlazada a la mía, en ese momento la vida era magia, incluso ahora que es casi una adolescente cada vez que soy consciente que me llama “mami” siento tanto amor, que no dejo de enamorarme de ella y que soy puro color rosa.
Los recuerdos tristes, dolorosos, son más difíciles porque están teñidos de tonos oscuros, fuertes y apagados. ¿Cómo cambiamos el color a estos recuerdos?, una forma sería traer ese recuerdo al presente y sentirlo en el corazón, permitirse sentir la tristeza, la ira, la frustración, el miedo, etc.
Y como ya es un recuerdo mirarlo desde otro lugar y observar qué pudiste aprender, siempre hay algún aprendizaje detrás de cada situación difícil. Ahora envolvé ese recuerdo con una luz verde brillante, ilumina tu corazón con esa luz, dale las gracias tres veces, y mandale mucho amor a ese mal recuerdo.
¿Cómo saber si funcionó?, bueno eso es fácil, todo lo que te dé paz indica el camino correcto. Si es necesario repetir, volvé a hacerlo hasta que veas el aprendizaje y sólo quede paz en tu corazón. ¡Ahora sólo queda una cosa: envolvete en el color naranja y mirá para adelante!