Vecinos de este paraje perteneciente al municipio de Garupá buscan dar el puntapié para un “rescate” turístico e histórico de lo que en su origen supo ser un pujante poblado dentro del entramado del ferrocarril que surcaba el Sur misionero y el Norte de Corrientes.
Por eso, con la estación -totalmente abandonada desde hace décadas- como emblema, proponen recuperar y revalorizar Parada Leis como no sólo un pedazo de la historia de Misiones sino también como un posible enclave de turismo rural.
Esta posibilidad “se planteó algunas veces al intendente (de Garupá, Luis Ripoll), al Ministerio de Turismo (de la Provincia) y próximamente lo haremos también al Ministerio de Cultura”, adelantó a PRIMERA EDICIÓN el contador Enrique Nacke.
El hombre es residente en Posadas, pero visita asiduamente la zona desde hace 20 años y “en ese tiempo fuimos conociendo la historia de Parada Leis, que se fue olvidando porque se fue instalando mucha gente originaria de Europa y se hizo como un corte entre el origen de todo, y lo que nace a partir de la llegada de los inmigrantes”
“Aunque por supuesto también eran inmigrantes los que llegaron hacia finales del siglo XIX: Don Celestino Leis y Justo Núñez, que llegaron desde España, pero no eran grupos tan grandes como los que llegaron a principios y mediados del siglo XX. Entonces un poco la historia del origen de Parada Leis fue quedando en la nada y nadie la rescata”, lamentó.
Parada Leis “era un pueblo muy próspero, llegó a tener hasta una estación de servicio, una central telefónica… La ruta vieja pasaba por el paraje, luego se corrió más o menos un kilómetro (hacia las afueras) y, como tantos otros pueblitos del país -y sobre todo cuando más adelante deja de funcionar la estación de ferrocarril-, se convirtió en un paraje donde hoy no se puede comprar ni siquiera un cigarrillo ni una soda: no hay nada, solamente los pobladores de la zona”, graficó el vecino.
La “gran suerte”, según Nacke, es que a diferencia de otras localidades, como Pindapoy por ejemplo, otro pueblito pujante que decayó hasta convertirse en un barrio de San José y que además tiene su estación totalmente destruida y expoliada “en Parada Leis quedó viviendo en la casa del jefe de la estación un viejo ferroviario que se jubiló y su señora. Ellos estuvieron allí hasta que fallecieron hace unos años”.
Además, “en la exestación hay un matrimonio muy humilde, que suele trabajar para la gente de la zona y que cuida, no destruye: por más que la estación esté venida a menos, sigue intacta, sólo necesitaría mantenimiento”, remarcó.
De conversaciones entre Nacke y un bisnieto de Don Celestino Leis, Daniel Miranda Leis, surgió la necesidad de impulsar una recuperación y revalorización de estos predios y algunos otros, como la escuela del primer plan quinquenal, que aún funciona con muy poquitos alumnos; el hogar de niños Padre Antonio Sepp; y un viejo destacamento policial, casi enfrente de la estación, donde actualmente vive un policía para preservarlo de la usurpación.
“Todo esto se puede rescatar y ahora, con el resurgimiento del Belgrano Cargas y con el proyecto de hacer un tren de pasajeros desde Encarnación (Paraguay) hasta Apóstoles, Parada Leis se podría jerarquizar como un muy lindo lugar turístico, un paraje típico precioso para ir, caminar, conversar con su gente sencilla y darle un poco de vida al lugar, que lo más importante que tiene es su historia y su patrimonio”, sentenció Nacke.
Un poco de historia
Don Celestino Leis, cuyo apellido dio nombre al paraje, llegó al lugar a fines del siglo XIX, alrededor de 1885, junto con su esposa María Bernal y su amigo Justo Núñez, quien compró lo que después fue la estancia Santa Inés.
Leis tenía originalmente unas 7.000 hectáreas entre San Carlos y la desembocadura de los dos arroyos Pindapoy (Chico y Grande), lo que se conoce como “Rincón del Pindapoy”, y allí estableció su estancia “El Limonal”.
Don Celestino era un español que estuvo primero en Paraguay, donde conoció a Doña María, y luego se mudó con ella a Misiones. Se establecieron sobre la vieja ruta, en una casa con galería a los cuatro costados, típica de la época. Se dedicaron más que nada a la ganadería, a diferencia de Don Núñez, que se dedicó a la yerba (y motorizó el ferrocarril para transportarla).
Alrededor de 1912, cuando comenzó la construcción de la línea férrea para que el Ferrocarril Urquiza llegara a la zona, Don Celestino Leis donó una lonja de tierra que se mete por su campo desde el límite con San Carlos hasta donde sale del Pindapoy e ingresa al Garupá, a cambio de que se construya allí una estación, cosa que efectivamente se hizo y de ahí viene el nombre de Parada Leis.