Comenzó como un hobbie, se transformó en una aventura y hoy es un modo de vida. Sin embargo, desde siempre, el básquetbol fue una pasión para Alejo Montes (28), referente del básquetbol misionero a nivel nacional. El base nacido en el Club Tokio abandonó Posadas detrás de un sueño hace 15 años. Días atrás, firmó con Platense y volverá a jugar la Liga Nacional.
El pase al Calamar es apenas otro paso en su trayectoria, que lo llevó a jugar torneos internacionales con Regatas de Corrientes y compartir concentración durante dos años con Alejandro Montecchia, integrante de la Generación Dorada. O vivir y jugar en Bolivia, a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.
“Para mí, el básquetbol es amor. Cuando estaba en Argentino de Junín, tuve una lesión y estuve siete meses sin jugar. Ahí llegué a pensar en dejar de jugar, pero sabía que me estaba mintiendo, que era imposible. Yo, sin el básquet, no soy yo”, confió a EL DEPOR el posadeño, desde Corrientes, donde prepara la mudanza para Buenos Aires. Una historia de amor por la naranja.
Alejo, ¿cómo fueron tus inicios en el básquet?
Bueno, arranqué en el Tokio porque mi papá, Hugo, jugaba ahí. Yo lo acompañaba a los entrenamientos de chico y me acuerdo que un día le pedí para jugar. Y como vivía cerca, estaba todo el día en el club, desde las 14 hasta las 22. En Tokio jugué desde los 4 hasta los 15 años, así que imaginate… Pasé por todas las categorías del club y de la Selección Misionera, desde Infantiles hasta Primera.
¿Cómo fue tu llegada al ámbito nacional?
Entre 2005 y 2006 jugamos varios regionales. Y después de eso, Huevo Bidarra me llevó a un campus de Regatas de Corrientes. Había 60 chicos y quedamos cinco. Volví a Posadas, debuté en la Primera de Tokio y ese mismo año tuve un segundo selectivo en Corrientes. Y ahí Regatas finalmente me reclutó, en 2006. Hablé con mi familia y tomé la decisión de mudarme para jugar y seguir mis estudios acá. Si bien nunca dejé de ir a Posadas, hoy por hoy estoy radicado en Corrientes y tengo mi pareja acá. Incluso estoy planeando construir mi casa en el futuro.
¿Recordás el debut en la LN?
Sí, en 2007, contra Nacional Monte Hermoso. Debuté con 16 años. Me acuerdo que entré y en ese partido me tocó marcar a Byron Wilson, un estadounidense que es histórico en la Liga Nacional porque jugó acá cerca de 20 años. Yo no lo podía creer… Y me costó mucho marcarlo porque físicamente yo era más chico. Además, él tenía 34 o 35 años y toda la experiencia. Fue algo muy loco y muy lindo.
Con Regatas te diste el lujo de ser campeón continental…
Sí, ganamos la Liga Sudamericana 2008 y la Liga de las Américas 2010, lo que sería para el fútbol una Copa Libertadores. Estuve en Regatas hasta 2012 y fueron todas experiencias inolvidables, por eso estoy muy agradecido al club. Tuve la oportunidad de jugar en Brasil, México o Venezuela, a estadio repleto. Y pude jugar con históricos como Marcelinho Machado, jugador de la Selección de Brasil y con varios años en Europa, uno de los mejores tiradores del continente. Fue increíble conocer otras ciudades, otras culturas.
¿Y después de Regatas?
Cuando tenía 21 años, tomé la decisión de sumar más minutos, así que pasé al TNA con Estudiantes de Concordia. Ahí salimos campeones y pude renovar, pero me fui a La Unión de Formosa, más que nada porque mi viejo es de allá. Eso fue nuevamente en Liga Nacional, en 2013, y fue una experiencia hermosa, que me sirvió un montón. Después estuve en Monte Hermoso y luego a Argentino de Junín…
Allí tuviste una lesión muy grave….
Sí, eso fue en 2015. Jugué las primeras fechas, pero me lesioné una rodilla y estuve siete meses sin jugar. Sin dudas, ese fue el peor momento de mi carrera. Llegué a pensar en dejar de jugar, pero sabía que me estaba mintiendo a mi mismo y que era imposible. Yo, sin el básquetbol, no soy yo. Por suerte, pude revertir eso y volví a Misiones para jugar en OTC.
¿Cómo recordás esa etapa?
Fue algo muy lindo, increíble, muy parecido a lo que me iba a pasar después en el Argentino 2018 que se hizo en Misiones. Disfruté mucho de jugar en OTC, porque tenía mis afectos cerca y estaba representando a mi provincia. Fue una temporada muy linda.
Y arranca la gira por el exterior…
Primero fue en Paraguay. El entrenador de Sportivo Luqueño me llama porque dice que había visto algunos videos. Fui como extranjero junto a un chico de Estados Unidos. Y quedamos en semis de la Liga Nacional.
¿Hay mucha diferencia entre nuestro básquet y el paraguayo?
El básquetbol paraguayo es diferente, es un básquet más chico. Tiene la posibilidad de ser más grande, pero siempre se cerró mucho en Asunción, recién ahora están por extender la liga al interior, algo más parecido a nuestra Liga Nacional. En general, es una liga que tiene buenos extranjeros, paga en dólares y uno puede hacer una diferencia. En cuanto a lo deportivo, creo que está algunos escalones más abajo que nuestra Liga Nacional.
¿Cómo siguió tu carrera?
De ahí volví primero al TNA con Libertad de Sunchales, que quedamos a un pasito del ascenso. Y en ese año, 2018, jugamos el Argentino en Misiones, que fue algo histórico e inolvidable. La última vez que se había jugado en la provincia fue en 2005. Y terminamos cuartos, un puesto que Misiones nunca había conseguido. Ese es uno de los mejores recuerdos que tengo. Después fui a Hindú de Resistencia para la Liga Argentina (exTNA)… Y después, a Bolivia…
Esa habrá sido una experiencia muy particular…
Sí, sí, tal cual. Ahí me fui al Deportivo Calero, en Potosí, un club que estaba jugando Liga Sudamericana, a 4200 metros de altura. Siempre que se habla de la altura, muchos no lo creen, pero yo lo comprobé (se ríe)…. A la hora y media de llegar, me dolía la cabeza y me sangraba la nariz. Me fui al entrenamiento, nos presentaron a mí y a un norteamericano. Empecé a caminar la cancha y ya me estaba ahogando. ¡Y jugábamos a los dos días! La verdad es que no podía, muchas náuseas y dolor de cabeza. Estuve un día entero acostado recuperándome. De a poco me fui aclimatando, pero tampoco sabía lo que eran los partidos… ¡había 7 mil personas en las tribunas!
Uff, todo un tema…
Sí. Y bueno, entre eso y la adrenalina, jugué los dos primeros cuartos. En el descanso, te ofrecen té de coca, para regular el cuerpo y aclimatarte. Y vos imaginate, uno acostumbrado a tomar de esas bebidas isotónicas y, de repente, te daban algo caliente. La cuestión es que tuve que andar en el entretiempo con el tubito ese de oxígeno… Y yo me preguntaba ¿dónde vine? El estadounidense se fue a las dos semanas, porque no aguantaba el ritmo. Yo tardé ese tiempo en aclimatarme y, después, volaba en la cancha. Al final, estuve esos tres meses en Bolivia, fue toda una experiencia.
¿Tuviste chances de irte a Europa?
Cuando volví de Bolivia, tenía dos ofertas, San Isidro de Córdoba, que venía de jugar la final de la Liga Argentina; o Sampaense de Portugal, que estaba en la Liga Nacional de allá pero en los últimos puestos. También había una propuesta del Atlético Cearaense de Brasil, pero los números no me cerraban. Y decidí quedarme en Córdoba, por lo competitivo. Nunca voy a saber si me equivoqué o no.
Pero el sueño está vigente….
Sí, sí, el sueño está vigente. Ahora estoy tratando de hacer la ciudadanía europea. Ya tengo 28 años, pero creo que hasta los 35 uno tiene tiempo de estar en buen nivel. Y cuando salgan esos papeles, trataré de tener una oportunidad allá. Cuando tenía 6 o 7 años, soñaba con la NBA. Hoy soy más realista y sueño con jugar en Europa.
¿Ya está todo listo con Platense?
Ya está todo firmado. Llegué a un acuerdo por ocho meses para jugar la Liga Nacional. Estoy contento porque voy a volver a la categoría después de algunos años. Todavía no sabemos cuándo va a arrancar el torneo. Yo creo que va a ser en noviembre, así que probablemente recién para octubre deba mudarme a Buenos Aires.
A lo largo de tu carrera ¿qué jugadores te sorprendieron dentro de la cancha?
Fueron muchos. Tuve la suerte de jugar contra Pepe Sánchez o Walter Herrmann, con Paolo Quinteros, Kamerich; con Ale Montecchia, con el que compartí habitación casi dos años en Regatas… Incluso llegué a jugar contra Juan Espil, ya en sus últimos años de carrera. A Paolo Quinteros siempre le pedí muchos consejos, en el día a día con Regatas. Y fue muy loco porque, dos años, después, lo estaba enfrentando con La Unión de Formosa. Todos esos jugadores son diferentes, se nota en el roce, dentro de la cancha, pero también afuera, por cómo se cuidan y lo profesionales que son. Yo intenté siempre copiar todo eso.
¿Compartiste habitación con Montecchia? Imagino que tendrás miles de anécdotas…
Sí, fui compañero de concentración durante casi dos años. Él me adoptó como su pupilo. La verdad que es muy respetuoso. Y la anécdota que cuento siempre es esta… En una gira, en Buenos Aires, viste que estás allá una semana y jugás varios partidos. Bueno, una noche terminamos de jugar, cenamos y vamos al hotel. Ahí casi todos salieron un poco a estirar las piernas, a tomar un helado, a dar unas vueltas. Yo me estaba cambiando para salir y me dice “¿Qué hacés? ¿Adónde vas?”. Yo me quedé medio amargado porque salían todos. Y él me mandó a comprar algo para comer. Cuando vuelvo, eramos los dos únicos en el hotel. Él estaba jugando a los videojuegos. Yo siempre fui muy respetuoso porque no me gustaba molestar, pero ese día empecé a tirarle preguntas sobre España y la Selección Argentina. Ahí el paró el videojuego y empezó a mostrarme videos y fotos íntimas de la Generación Dorada después de ganar la medalla de oro en Atenas 2004. Eso no me lo olvido más… Creo que pocos habrán visto esos videos, por ejemplo, de los festejos en el vestuario tras la final. Todas cosas filmadas por él. Siempre me sentí un afortunado por poder haber visto todo eso…
Una locura…
Sí, y ahí también me contó que estaba en Valencia, España, y que le llegó una oferta de los San Antonio Spurs, en la NBA. Y que tuvo que decir que no porque ya había arreglado de palabra para seguir en Valencia. Y ahí me contó que decirle que no a la NBA fue el mayor arrepentimiento de su vida. Me contó que cuando iba a visitarlo a Ginóbili, Popovich le decía “vos tenías que estar acá, con nosotros”. Eso lo cuento porque después él lo contó en televisión.
¿Cuál fue tu mejor y tu peor momento con el básquet?
Lo mejor fue salir campeón de la Liga de las Américas con Regatas y ascender a la Liga Nacional con Estudiantes de Concordia. Lo peor, esa lesión en Junín…
Sos joven pero… ¿cómo te imaginás el retiro?
Cuando tenga que decir adiós al básquetbol, lo voy a hacer en el Tokio. Te lo juro, hablo del Tokio y se me pone la piel de gallina. Quizás no soy tan demostrativo en el día a día, pero siento un amor muy grande por mi club.
Definí al básquetbol en una frase…
Para mí, el básquetbol es amor. Simplemente eso. Es hacer lo que me gusta, lo que me apasiona, lo que disfruto y con lo que trabajo y mantengo a mi familia.