La semana pasada fue una de las más difíciles que vivió la familia Stick, del barrio San Marcos de Posadas, luego que Nicol, una de las cinco hijas del matrimonio, de 16 años, diera positivo para Gen E y por razones que aún se desconocen. La obra social notificó a sus padres que su hija era positivo para COVID-19, se dispuso la suspensión de la diálisis de la adolescente y su internación en el Hospital Madariaga para su correspondiente aislamiento y diálisis.
Así, el mismo día que debía recibir diálisis (desde hace dos años y medio, se dializada tres veces por semana por padecer una insuficiencia renal crónica), la empresa prestadora del servicio y la obra social notificaron a la familia que por cuestiones preventivas postergarían el tratamiento.
Nicol y sus padres, Noemí y Ramón, recibieron ayer sábado en su hogar a PRIMERA EDICIÓN y contaron el terror que vivieron esta semana que -vale aclarar- para ellos terminó el viernes cuando el ministro de Salud Pública, Oscar Alarcón, les entregó en mano el resultado negativo de su hija.
Primer hisopado
“El lunes, Nicol estaba con un poco de dolor de garganta por lo que avisamos a la médica cuando fue a dializarse pero la atendieron igual, pero a las pocas horas levantó fiebre. El martes me llamaron desde el instituto de diálisis para decirme que la llevarían a Nicol al Hospital Madariaga o al Sanatorio Posadas para que le hicieran el hisopado. Entonces, yo la llevé al Madariaga donde, después de tomarle la muestra, me dijeron que en el transcurso de la tarde me iban a informar el resultado”, contó su mamá.
Pero pasó el martes y los padres no tuvieron novedades del laboratorio, “el miércoles, me llamó el remisero de la empresa de diálisis (Fresenius) para avisarme que el servicio estaba suspendido. Entonces, llamé a la doctora y me dijo que todavía no había novedades del resultado pero que habían decidido que mi hija quedara en casa tranquila, que hiciera reposo y que por ese día suspenderían la diálisis”, recordó Noemí quien confió que sintió mucha angustia en ese momento porque hayan suspendido la diálisis y, por otro lado, le aterraba la posibilidad de que tuviera COVID-19 y cómo le impactaría el virus a su ya delicada salud.
“Ese miércoles a las 14, llamó la secretaria de mi obra social (City Salud) para avisarme que habían suspendido un turno médico que tenía mi hija para el jueves porque, según me dijo, Nicol dio positivo para COVID-19, no me dijeron Gen E ni nada de eso sino que tenía COVID-19 positivo. Me largué a llorar y entré en un estado de desesperación”.
“Entonces llamé a la médica nefróloga y le pedí que me dijera la verdad, si mi hija tenía COVID-19, y me contestó que sí y me dijo que me quedara tranquila, que estaban viendo cómo organizarían el tema de las diálisis pero que, por el momento, estaban suspendidas”, contó.
Poco después volvió a llamarme para decirme que estaban tratando de conseguir cama en el Hospital Madariaga pero que estaban todas ocupadas.
“Entramos en pánico”
“Cuando me dijeron que Nicol tenía COVID-19 entramos en pánico, pensé a cuánta gente pudo contagiar…el lunes fuimos y volvimos en colectivo al hospital a hacerse el hisopado, ahí estuvimos muchas horas en Emergencia. Pensaba en la familia, nosotros somos siete, porque tenemos cinco hijos; además mi esposo trabaja en una empresa de construcción por lo que de inmediato tuvo que dar aviso a su trabajo aislarse con todo lo que eso implica porque cobra por jornada de trabajo y nosotros no podemos darnos el lujo de perder la obra social”, aseveró.
Esa noche, llamaron a la familia desde la Red de Traslado, para avisar que a la mañana del jueves la buscarían para internarla en el Hospital de Fátima… “no pudimos dormir en toda la noche, mi temor era que no dejaran que yo me quedara con mi hija porque, si bien tiene 16 años, ella tiene un retraso madurativo“.
“El de la ambulancia actuó como si no supiera que era un paciente positivo, incluso nos hizo ingresar por el frente donde había mucha gente y cuando les explicamos que a ella ya le habían hecho el test y supuestamente había dado positivo se desesperaron todos y la gente empezó a sacarnos fotos. Fue una situación horrible ver cómo nos miraba la gente”.
Después de internarla y dializarla, le hicieron un nuevo hisopado y el viernes a primera hora de la mañana el ministro de Salud Pública nos llevó en mano el sobre con el resultado negativo.
Lo bueno y lo malo
Según reflexionó Noemí, “todo el mundo asumió el caso de mi hija como un positivo de COVID-19 y en seguida se corrió la voz. Hasta en el estado de WhatsApp de la comisión vecinal dieron por confirmado el caso. Sentíamos que los vecinos tenían miedo hasta de pasar por nuestro portón”.
Contó que ya de por sí a Nicol le cuesta vincularse con sus pares por el tema de la diálisis, “le acomplejan las marcas que le dejan las fístulas… ella prácticamente no quiere salir de casa porque se siente mirada como un bicho raro. Ahora con lo que pasó fue todo mucho peor, incluso un día uno de mis hijos salió a comprar comida porque nos hacía falta y al toque empezaron a sacarle fotos y a escracharle por las redes. Nos sentimos muy discriminados”, contaron los angustiados padres.
Pero también recibieron gestos solidarios de gente que ni siquiera conocen, “por mensaje de texto, una señora a la que no conozco se ofreció a traerme los medicamentos de mi hijo mayor que debíamos retirar del Hospital Carrillo… gracias a ella mi hijo no quedó sin su tratamiento”.