La crisis sanitaria, social y económica derivada del coronavirus impacta particularmente en las trabajadoras domésticas, advirtió la ONU en un informe en el que destacó que la mayoría de estas mujeres trabaja en condiciones de informalidad y no solo atiende sus obligaciones laborales sino que además se hace cargo de las tareas de su hogar.
“La tarea de cuidados se ve intensificada por tener que atender a población de riesgo y a personas con discapacidad, en situación de dependencia y/o a niños y niñas que están todo el día en los hogares debido a las restricciones de movilidad y a la suspensión de clases“, destacó el informe de la Oficina Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres.
Además, por el confinamiento, muchas trabajadores domésticas fueron “persuadidas” o “presionadas” para dormir en sus lugares de trabajo, lo que las mantiene alejadas de sus familias y sin poder descansar de manera adecuada.
Las que pueden desplazarse, en su mayoría usan el transporte público, con lo que quedan expuestas a contraer coronavirus y a convertirse en transmisoras en sus hogares.
Por otro lado, muchas de ellas sufren el riesgo adicional de estar expuestas al uso excesivo de productos de limpieza y a la realización de compras sin que se les proporcione el equipo de protección adecuado para garantizar su seguridad.
La frágil situación de estas mujeres queda expuesta en los números: más del 77,5% de ellas trabajan en situación de informalidad; es decir que no tienen acceso adecuado a los servicios de salud.
Además, sus ingresos son iguales o inferiores al 50% del promedio de todas las personas ocupadas, a pesar de que en casi todos los países existe un salario mínimo establecido legalmente.
La falta de acceso a la salud se acentúa en el caso de las trabajadoras domésticas migrantes que están en situación administrativa irregular, una situación que se agrava de acuerdo al país en el que vivan, dado que en muchos casos ni siquiera pueden acceder a centros de salud públicos.
Por otro lado, la pandemia ha agravado la situación de muchas de estas mujeres que han perdido sus contratos de trabajo o han debido reducir su jornada laboral con una reducción proporcional del pago, según denunciaron los sindicatos de trabajadores domésticas.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 70% de las trabajadoras domésticas están afectadas por las medidas de cuarentena, por disminución de la actividad económica, desempleo, reducción de las horas trabajadas o pérdida de salarios.
Por ello, ONU Mujeres hizo un llamado a garantizar los derechos y abordar el impacto de la Covid-19 en las trabajadoras domésticas mediante una serie de medidas como garantizar el empleo, ampliar las prestaciones por despido, garantizar subsidios y la cobertura médica así como fomentar la regularización del trabajo doméstico, entre otras.
En América Latina y el Caribe, entre 115 y 186 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93% son mujeres.
El Trabajo doméstico supone en promedio entre el 10,5% y e 14,3% del empleo de las mujeres en la región. En países como Argentina y Paraguay ese porcentaje supera el 16%.
Uruguay destaca entre los países de la región con mayores niveles de empleo formal, con cerca del 70% de afiliación a sistemas de pensiones, mientras que entre los países con cobertura más baja (inferior al 10%) se encuentran Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay y Perú.
Las migrantes representan un 17,2% de las personas ocupadas en tareas domésticas, con una fuerte prevalencia de mujeres indígenas y afrodescendientes.
“La población afrodescendiente e indígena se encuentra sobrerrepresentada en el trabajo doméstico, reafirmando el carácter clasista y racista de un trabajo no debidamente regulado, controlado ni remunerado en el que queda mucho camino por recorrer para garantizar los derechos de las trabajadoras”, destacó el informe, elaborado con datos disponibles a mayo.