Alrededor de 6.000 kilos de material reciclable se recuperaron durante el primer mes de funcionamiento de la planta de reciclaje de residuos urbanos que la Municipalidad de Posadas tiene instalada y trabajando de forma experimental en la zona de Nemesio Parma.
Además, la producción podría ser más del doble si la ciudadanía sólo depositara los elementos adecuados en los contenedores exclusivos, ya que por el momento se desperdicia más de la mitad de lo que llega al proceso de rescate.
Así lo detalló a PRIMERA EDICIÓN el ingeniero civil Héctor Cardozo, director general de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) de la Comuna posadeña, de cuya área depende la planta que este Diario visitó a fines de la semana pasada, transcurridos 50 días desde su puesta en marcha con los residuos que llegan exclusivamente desde el microcentro y Villa Sarita.
“A pesar de que el programa abarca a una zona relativamente pequeña de la ciudad y estamos en prueba piloto, y además tenemos todavía mucha contaminación -con lo cual se pierde un montón de lo que podríamos aprovechar-, más o menos se habrán separado en el primer mes unos 6.000 kilos de material reciclable, entre papel, cartón, plástico y metal”, confirmó Cardozo.
El funcionario agregó que “ahora estamos desperdiciando un 60% de lo que llega a la planta. O sea, que solamente con la prueba piloto, si logramos llegar con el mensaje y mejorar la conciencia de los ciudadanos, si logramos que la gente no tire la basura común al contenedor sustentable, nosotros duplicaríamos la producción, con la misma cantidad de empleados y con el mismo trabajo“.
“Y eso es bueno para todos: es menos basura que va el relleno y es una posibilidad para alguien que está pensando qué hacer, tiene un proyecto y por ahí esto le sirve como recurso”, se ilusionó.
Economía circular
Es que, para él, los residuos que llegan a la planta “en sí mismos no generan un valor, sino que más bien tratamos de que se convierta en un recurso para la economía circular: se apunta a que la gente consuma responsablemente, pensando en qué residuo va a generar; una vez que lo genera, lo separa y la Municipalidad busca ese residuo, lo vuelve a separar, lo clasifica y lo tiene disponible para que por ejemplo un emprendedor que tenga un proyecto para hacer algo con las tapitas, o fundir el metal y hacer esta otra cosa, etcétera”.
Para ello “estamos trabajando con la Secretaría de Desarrollo Económico (de la Municipalidad posadeña) para poder darle una salida: más que monetizarlo, más que venderlo y generar un ingreso económico, queremos que se convierta en parte un ciclo y que toda la ciudad pueda involucrarse en esto”.
“Ahora bien: una prioridad de la gestión del intendente (Leonardo) Stelatto es que tenemos que erradicar los basurales de la ciudad, entonces debemos asegurarnos de que la persona a la que le demos esto le dé un uso realmente, no que lo acumule en su vereda y tengamos que ir a buscarlo nosotros otra vez. Entonces, hasta que ese círculo se cierre bien, estamos acopiando esto en un galpón de la Municipalidad en el Parque Industrial”, aclaró.
Y -agregó- “si no conseguimos en un plazo prudencial a un emprendedor o alguien a quien destinar los materiales -porque tampoco podemos tener tanto tiempo todo ahí-, tendremos que buscarle otra salida nosotros”.
También están trabajando en coordinación con el Programa de Recuperadores Urbanos de la Comuna, que es transversal a varias áreas municipales, “porque la idea no es ser una competencia para ellos”, en referencia a los popularmente conocidos como cartoneros, sino complementarse para mantener la ciudad lo más limpia posible.
Paso a paso
El circuito de la recuperación de reciclables arranca en el domicilio de cada vecino, con la separación de residuos entre orgánicos e inorgánicos, o entre húmedos y secos. De lunes a sábado, dos camiones recolectores abocados específicamente a esta tarea retiran la basura de los 136 contenedores sustentables instalados dentro de las cuatro avenidas de la ciudad y en Villa Sarita, entre las 18 y las 22, y luego se trasladan a la planta de Nemesio Parma.
El camión queda ahí y al día siguiente a primera hora se deposita en un playón, donde se hace una preselección de residuos, la máquina los larga en una tolva y de allí sube por una cinta transportadora. En la línea de separación los esperan diez empleados, que van separando cada residuo.
Hay diez operarios y cada uno se encarga de un tipo de residuo. “Buscamos que cada persona pueda hacer lo mejor posible su función, que se concentre en una sola cosa para agilizar lo más posible”, argumentó el ingeniero Cardozo.
Lo que recopila cada uno lo larga en su “buzón”, que es un amplio agujero en la estructura conectado a un bolsón de residuos. Así, se va clasificando con un tipo de material en cada una de esas grandes bolsas.
Luego, abajo, tres personas se encargan de las prensas. “Todo lo que cae por esos buzones que separaron los muchachos que están arriba pasan a los de abajo, que por ejemplo sacan las tapitas de las botellas, que van a otro lado; o si alguno de los de arriba le pifió con alguna cosa, se hace una segunda selección: algún elemento que fue al lugar equivocado se pasa al lugar que corresponde… Pero es mínimo lo que se hace de nuevo”, aclaró el responsable de la planta.
Detalló que “cuando se van llenando los bolsones de cada buzón, éstos se retiran, se pone otra bolsa para que los de arriba sigan trabajando y ellos los traen hacia la prensa y colocan el material de forma ordenada (y manual) en la compactadora, que achica el volumen y lo enfarda. Luego se ata para que se pueda movilizar de una forma mejor”.
Los fardos se recopilan durante varios días en el galpón de la planta y luego, cuando se reúne un volumen grande, se lleva a otro depósito de la Municipalidad en el Parque Industrial, a la espera de que se decida su destino final.
Entretanto, todo lo que llegó al final de la cinta superior sin que ninguno de los diez operarios lo haya retirado, se descarta (bien porque no forma parte de los elementos reciclables o porque ya quedó deteriorado por su contacto con material inorgánico), se acumula y se vuelve a meter en un camión para llevarlo al relleno sanitario de la concesionaria provincial Aseo y Ecología Sociedad Anónima (AESA), junto con el resto de la basura de la ciudad, para su disposición final.
“El éxito del programa depende de la gente”
El plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) se instauró en Posadas a partir de una ordenanza de 2014. Dentro del proyecto “tenemos que arrancar con la separación en los domicilios, porque para que un programa como éste tenga éxito, un 50% depende de la infraestructura que vos tengas como Estado para hacer esto y otro 50% es lo que aporta la comunidad como conciencia social, separando”, argumentó Cardozo.
Al respecto, confió que “nosotros recorremos y controlamos los contenedores y vemos que un montón de gente tira sus botellas que están en condiciones de ser usadas, pero hay otro montón de gente que tira residuos comunes que contaminan al resto, entonces el esfuerzo que hizo un montón de gente en separar, se arruina por los otros que no lo toman en cuenta. Porque si yo tiro un cartón sin usar y otro tiró una bolsa de basura con yerba, ésta chorrea y ya arruina el cartón, no sirve”.
“Nosotros no podemos poner un policía en cada casa para controlar, sino que la gente debe ir colaborando en la medida en que vaya viendo que esto funciona, que nosotros tenemos un circuito y le estamos dando un curso a esto, que no es que ellos se esfuerzan en su casa y nosotros lo tiramos todo junto. Por eso, en general, hacemos mucho hincapié en qué va y qué no va en los contenedores diferenciados, porque de eso depende el éxito del programa”, remarcó.
En ese sentido recordó que “la basura normal, que tenga yerba, restos de comida, todo lo que sea inorgánico, no va (a los contenedores sustentables); el telgopor y la basura electrónica tampoco van. Sí va aluminio y otros metales domésticos, como latas; papel; cartón; plástico PET (que son las botellas de gaseosa y similares); y plástico soplado, como envases de lavandina; pero no pedazos de electrodomésticos, carcasas de computadora etcétera, que aunque sea inorgánico, está dentro de otra rama que no va a reciclaje en esta etapa”.
Respecto al cumplimiento ciudadano de esta premisa de separación domiciliaria, Cardozo apuntó que “nosotros, además de tomar muestras aleatorias de lo que termina yendo a descarte en la planta de reciclaje, controlamos los contenedores sustentables a través de nuestros promotores: abren la tapa, revisan, anotan lo que la gente tira y nos avisan que en tal lugar se está usando mal”.
“Entonces vamos con la campaña de concientización ahí, porque los vecinos no nos están entendiendo y estamos convencidos de que no es que la gente no quiere, sino que todavía no pudimos hacer ese vínculo para que vean que esto es importante, que llegó para quedarse y que nosotros estamos haciendo nuestra parte”.