El joven detenido el miércoles 10 de junio en una vivienda del barrio Ñu Porá de Garupá, donde se secuestró una pistola nueve milímetros y la que luego las pericias señalaron como el arma que mató a la sargento de Policía, Romina Beatriz Rodríguez (37), apuntó ayer jueves a otra personas como quien se la vendió sin saber que fue la utilizada para asesinar a la suboficial de la fuerza de seguridad provincial.
La indagatoria se realizó ayer ante el juez de Instrucción 2, Juan Manuel Monte, y el sospechoso intentó desligarse de la pistola que fue encontrada en una división de madera en su hogar de la avenida Roth, en un allanamiento realizado por efectivos de la Dirección Homicidios.
Este detenido enfrenta ahora la posible imputación por el homicidio de Rodríguez, aunque restaría la declaración de un joven más vinculado a actividades delictivas.
En cuanto al arma secuestrada, fue peritada la semana pasada por profesionales en balística de la Dirección General de Policía Científica. El resultado fue positivo y determinó que el registro helicoidal de las estrías de la Browning coincide con los rastros del proyectil que le perforó la cabeza a la sargento de la Dirección General Judicial de la Policía durante la mañana del martes 2 de junio en su vivienda del barrio Horacio Quiroga de Garupá y delante de su hijo de seis años.
En la causa hay cuatro jóvenes detenidos de 18, 19, 22 y 29 años, la pesquisa apunta a que participaron en el asesinato y robo en la vivienda de Romina Rodríguez, en la calle Guaraní casi Caá Yarí en el barrio Horacio Quiroga. Una de las hipótesis, que se cimentó ayer con el resultado positivo del cotejo, es que el arma habría sido prestada o alquilada a los muchachos que querían “progresar en el ambiente delictivo” con un golpe fuerte.