En un juicio abreviado, el juez del Tribunal Federal 1 de Córdoba, Julián Falcucci, condenó al explotador de una menor posadeña que fue rescatada en 2009. El acusado, Fernando Fabián “Moi” Fernández, ya tenía otra sentencia por abuso en Río Cuarto.
En el juicio, Fernández admitió haber sometido a la víctima. Recibió la pena mínima solicitada por el fiscal ad hoc Maximiliano Aramayo Sánchez: cuatro años por trata de personas con fines de explotación sexual agravado (por ser conviviente).
Ya había sido condenado a nueve años y seis meses en 2013 en Río Cuarto por abuso sexual, coacción y lesiones leves, con lo que se unificó la pena en 10 años y seis meses.
De acuerdo al diario cordobés La Voz del Interior, la víctima, que tuvo que esperar más de una década para que su explotador pague ante la Justicia, creció en Posadas, Misiones, en una familia con siete hermanos adoptivos.
Fue abusada hasta los 12 años por uno de ellos y un amigo, bajo golpes y amenazas de muerte para que no denunciara las violaciones.
Cuando descubrió que era adoptada desde los seis meses de edad, sufrió una crisis emocional, no quiso volver a ver a sus padres y viajó a Buenos Aires. Residió en un hogar para niños durante tres meses, pero, sin recursos, regresó a Misiones.
En su relato, describió cómo los abusos empezaron a socavar su vida y que, tras la partida de su hogar, cayó en el alcohol y las drogas.
Con los años y siendo adolescente, conoció en un boliche de Posadas a Roberto Peregrino Gallardo (condenado a 10 años de prisión por narcotráfico, en 2014), sospechado de captar y trasladar a mujeres del norte del país a otros lugares para obligarlas a prostituirse, según la misma fuente.
Le propuso casamiento a la menor posadeña –es analfabeta- y se fue a vivir con él a la ciudad santafesina de Frontera.
Sin embargo, todo cambió cuando Gallardo comenzó a prostituirla en varios lugares, hasta llegar a Mattaldi, un poblado de Córdoba, situado 390 kilómetros al sur de esa capital. Allí nuevamente fue obligada a prestar servicios sexuales en la whiskería “Molino Rojo”.
En 2008, un exmanisero, Fernando Fabián “Moi” Fernández (46) la sedujo, bajo engaño, en una disco del pueblo. Le ofreció irse a vivir con él. Esperanzada de haber encontrado una pareja estable, comenzaron una relación. Vivían en una casa ubicada detrás de la whiskería Las Gatitas, propiedad del hermano de Fernández.
Pero la conducta de “Moi” produjo un viraje sin retorno: le pidió a su novia que comenzara a prostituirse. Ante su tajante negativa, la cacheteó y la amenazó para que lo hiciera. En cierta ocasión, pasó 15 días en reposo tras ser desfigurada por negarse a volver a trabajar en el prostíbulo.
Al quedar embarazada Fernández intentó hacerla abortar mediante la ingesta de fármacos y con la ayuda de otra mujer, pero la joven se negó. Al cabo de unos cinco meses, los Fernández mantuvieron una discusión por cuestiones financieras y “Moi” y la víctima recalaron en Huinca Renancó.
La joven siguió bajo el control de Fernández, sumiéndola en la prostitución en la whiskería “El Caldén”. En la whiskería la obligaban a tomar alcohol y cocaína para que “tuviera más paciencia con los clientes”. Escapó de otra whiskería -“Molino Rojo 2”- y vivió un tiempo con un “excliente”.
Trabajó hasta el quinto mes de embarazo. Fernández le dijo que cuando naciera el bebé, se lo entregaría a su cuñada para que ella rápidamente volviera al cabaret.
Un policía que la conoció cuando fue a identificarse a la comisaría como trabajadora de la whiskería “Molino Rojo” indagó y fue hasta la casa que la mujer compartía con Fernández.
Desesperada, la joven le pidió que “la sacara de allí”. Cuando la trasladaron a la comisaría, “Moi” se presentó y quiso llevársela: “Yo traje al abogado, porque vos me la robaste. Te voy a denunciar”. Finalmente la rescataron.