“Acá estamos tratando de sobrellevar esta situación, pero se va haciendo cada vez más difícil”, comentó a EL DEPORTIVO Juan Vázquez (46) tiene nueve hijos, es árbitro de la Liga Posadeña y reflejo de la situación que viven muchos de los jueces de la provincia.
“No tengo otro ingreso, sobrevivo gracias a la ayuda de familiares y amigos”, le confió a EL DEPOR. Aseguró que hay al menos otros siete árbitros en esa condición. , árbitro de la Primera División de Liga Posadeña de Fútbol, quien al igual que otros argentinos sufre en carne propia los efectos de la pandemia del coronavirus.
Por fortuna, Juan -al igual que su familia- está bien de salud, pero la cuarentena que lleva ya más de un mes de parate en todas las actividades lo golpea de lleno, ya que este hombre de 46 años vivía -hasta que se puso en marcha el aislamiento social preventivo y obligatorio- de su trabajo como referí como único ingreso.
La familia del árbitro, que comenzó a “pitar” en los torneos de barrio tras un accidente que lo tuvo inactivo por un tiempo y por el cual se quedó sin trabajo (fue guardia de seguridad), está constituida por nueve hijos, cuatros de ellos son mayores de edad, y su esposa.
“La verdad que no tengo otro ingreso. Me dedicó solo al arbitraje. Hace más de 15 años que estoy. Otra cosa no hago. Con lo que cobraba por semana me alcanzaba para solventar los gastos de la familia. No sólo arbitraba en la Liga, sino que también nos llamaban de otros torneos. En mi caso, la actividad comenzaba el jueves y terminaba el martes”, prosigue.
Torneos de barrio, profesionales, penitenciarios, universitario, infantil y primera, futsal y “lo que raye”, en todos ellos Vázquez trabajaba para poder sostener a su familia, pero en la actualidad todo está parado.
La situación es más que difícil y el sustento escasea. Como dice el propio protagonista de esta historia, de manera similar a la de muchos artífices del deporte local, “sobrevivo gracias a la ayuda de mis hijos, familiares y amigos”. La historia de Vázquez es el reflejo de quienes no tienen un ingreso fijo y viven el día a día.
“Está difícil. Los chicos por ahí salen a rebuscarse, mi mamá me ayuda y mucha gente me da una mano. Todos los días remándola, día a día. Esto cada vez se pone más difícil, pero qué se va hacer. Hay que aguantar. Otra no queda”, comentó, apenado, por la situación que vive. “Esto va para rato. No sabemos que más hacer”, agrega.
Al igual que muchos otros, Vázquez aguarda ahora por el Ingreso Familiar de Emergencia, de 10 mil pesos. “Vamos a ver si sale, estamos esperanzados en eso. No es mucho, pero por lo menos será una platita que nos ayudará un poco”, afirma esperanzado.
El dilema mundial que se plantea por estas horas, entre la salud o la economía, parece hasta anecdótico para quienes viven la realidad de Vázquez.
En el caso de la Liga Posadeña, la mayoría de los árbitros de Primera tiene otro trabajo, pero “hay seis o siete que están en una situación parecida a la mía”, cierra el entrevistado, en voz baja, resignado quizás a la vergüenza que le provoca hacer público alto tan personal, pero que termina siendo un clamor de alguien obligado a anteponer la necesidad sobre su propia dignidad.