POSADAS. Con los ojos llorosos y la voz cargada de emoción, treinta madres y abuelas recibieron ayer el certificado donde consta que ellas ya saben leer y escribir. Algunas de ellas, como Genoveba de 69 años, nunca antes había ido a la escuela. “Esta es la primera vez que vengo a la escuela, me crié en Arroyo del Medio. Allá había una escuela pero nuestros padres eran muy pobres y mis hermanos y yo teníamos que ayudar en la chacra”, recordó.Genoveba es madre de diez hijos, “ellos también aprendieron a leer y escribir cuando fueron ya grandes”; y abuela de más de treinta nietos. “Al principio, mis nietos se reían porque yo venía a estudiar, pero ahora ya no. Ya aprendí a leer y escribir pero me cuesta mucho porque tuve un derrame y se me hace difícil que me quede lo aprendido en mi cabeza. Con los números ando bien, pero las letras me cuestan”. Otras, como Zulema, abanderada del grupo, abandonó la primaria antes de obtener su título. Entre esa deserción y a los 68 años haber sido elegida abanderada pasó mucha agua bajo el puente. “Soy de una familia numerosa, de once hermanos, y de la chacra. Ninguno terminó la primaria. Trabajé desde muy jovencita, siempre en política, y por eso nunca me decidí a retomar la primaria. Pero hace un año y medio me jubilé y se dio esta oportunidad. Se armó un hermoso grupo de alumnos, primero tuvimos como maestra a Elizabeth Sosa pero después se enfermó y vino otro maestro, también muy buena persona”, contó. Zulema es mamá de tres hijas y tiene seis nietos, “ellos sí tienen todos estudios”, aseguró orgullosa. Otras historiasAmalia tiene 53 años, madre de nueve hijos y abuela de cuatro nietos. “Yo iba a la escuela en Corrientes, de donde soy, pero tuve que dejar en sexto grado porque mis padres se enfermaron. A los trece años vine a Posadas y empecé a trabajar, después me casé. No se me presentó una oportunidad de estudiar porque primero tenía que criar a mis hijos, intenté retomar varias veces pero mis hijos se enfermaban. Ellos se sentían mal porque sabían que quería terminar, por eso ahora están muy contentos”, aseguró. María Cristina es una de las alumnas más jóvenes, con 45 años. “Empecé la escuela cuando tenía ocho años porque tenía problemas para hablar. Aprobé hasta tercer grado, tenía catorce años y no pude seguir cuarto porque ya empezaban mis hermanos y había que ayudar en casa. Somos doce hermanos”, recordó. Es mamá de dos hijas, una de veinte que hizo hasta quinto grado y una de ocho años, “con la más chica tengo problemas para ayudarla en la escuela porque es muy complicado, por eso, a veces tengo que pagar a una maestra particular para que le enseñe…pero va bien. Por mi parte, el año que viene haré quinto y sexto grado”. Se puedeLas historias de estas mujeres son diferentes pero también parecidas, todas vienen de familias muy pobres y numerosas, donde la escuela no era una prioridad para la subsistencia familiar. Este año, se decidieron a aprender a leer, escribir y resolver las operaciones matemáticas básicas. “Dice el saber popular: si se quiere se puede. Ustedes quisieron y pudieron”, sintetizó el rector del ITEC 1, José Silclir, quien coordina el centro de capacitación profesional que funciona en el CAPS 11. La misma alfabetizadora tiene una historia de lucha similar a sus alumnas, “empecé mi carrera docente siendo grande, me recibí de maestra a los 42 años, por eso les digo a las mamás que sigan estudiando”, detalló la maestra que debió pedir licencia por cuestiones de salud pero ayer no faltó al acto, al que asistió con un pañuelito en la cabeza.La alfabetización de estas mujeres fue posible gracias a la coordinación del Rotary Internacional (a través del Rotary Posadas Oeste) que pagó a los docentes alfabetizadores, del Ministerio de Salud Pública (a través del CAPS 11) que puso a disposición sus instalaciones y del ITEC 1, que ayudó a articular para que se reconozca el certificado de alfabetización. Según indicó Miguel Macri, del Rotary Club Posadas Oeste, “este es un plan de alfabetización del Rotary Internacional y nuestro club llevó adelante la primera promoción de egresados, la mayoría de ellas madres y abuelas. A través del Rotary Club Posadas Oeste, la Fundación Rotary Internacional no sólo suministró fondos para pagar a los alfabetizadores, sino también para ayudar a los alumnos con mercaderías. El CAPS 11 no es solo un centro de salud con un centro de formación profesional “anexado”, tal como lo definió su directora, la médica pediatra María Teresa Dos Santos “este es un lugar de encuentro”. El año que viene no sólo seguirán alfabetizando sino que además ofrecerán nuevos talleres de oficios, a pedido de la comunidad.
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