Las profundidades del río Paraná llevaron a Miguel “Choli” Schmalko y a Diego Flach a lo más alto del podio de las 20 Horas de Pesca, uno de los pocos torneos que todavía no habían ganado en Misiones. Es que en la previa los pescadores de Posadas y Puerto Rico eligieron lanzar sus anzuelos a los sectores más profundos del río Paraná y no se equivocaron porque allí encontraron el pasaporte a un triunfo tan soñado como negado en los últimos años. Pese a que terminaron con una especie menos que sus escoltas, Masayi Nakamura y Gustavo Damico, los diez cupos completos marcaron la diferencia que necesitaban para desatar el ansiado festejo.
Hubo de todo en la 48ª edición de las 20 Horas. Para destacar el buen clima, que permitió a la mayor parte de los 105 equipos cosechar una buena cantidad de piezas a lo largo de la intensa jornada.
Pero también hubo que lamentar un serio accidente del fiscal Stéfano Tamborini, que sufrió el aplastamiento de una mano cuando pasaba de una embarcación al barco donde iba a desempeñar su tarea. El fuerte impacto le provocó una fractura importante y debió ser intervenido quirúrgicamente en el Hospital Escuela “Doctor Ramón Madariaga”.
El accidente se produjo a causa de las enormes olas que se formaron en el Paraná el sábado, un rato antes de la largada. Esa situación obligó a los directivos del Pira Pytá a replantear la partida.
Para minimizar riesgos, se decidió que la largada se realizara desde la marina del club, con lo cual se acortó el recorrido de las lanchas en unos dos kilómetros, ya que la primera parte de la competencia se realizó en el sector que iba desde el club hasta cerca de la desembocadura del arroyo Mártires.
De tal magnitud eran las olas que cerca de 20 equipos optaron por iniciar la competencia dentro de la marina del Pira Pytá. En una hora y media de pesca, un total de 16 equipos fiscalizaron piezas en el puesto que estaba ubicado en ese lugar. Allí llegaron con los boca amarga, alguna piraña, sardina y varias bogas que no superaban los 20 centímetros.
Hacia el atardecer el viento amainó y el río volvió a “plancharse”, llevando alivio a los pescadores. A diferencia de años anteriores, esta vez el sector inferior de la cancha de pesca fue el menos rendidor. Los competidores dijeron que el mejor pique estuvo a la noche en la zona del puente internacional “San Roque González de Santa Cruz”. Buenos ejemplares en cuanto a tamaño, pero también buena variedad de especies, lo cual explica que los primeros diez clasificados hayan superado los 2.000 puntos. Otro dato que surge de las estadísticas es que se capturó -en promedio- más de un pez por minuto, 77 ejemplares por cada hora de pesca.
Los flamantes campeones pescan juntos desde hace seis años y ya se coronaron tres veces en el Provincial de la FEMIPYL. Ahora sólo les resta ganar en Eldorado el 2 y 3 de noviembre, en lo que será el cierre de la temporada.
El fin de semana, Flach y Schmalko consiguieran capturar 35 ejemplares de 14 especies. Completaron cupos (tres ejemplares) de apretador común, coví, bagre trompudo, otros bagres, boca amarga, boga, corvina, piraña común, rayas y virreinas. Además, fiscalizaron dos morenas de río, un apretador rayado, un bagre chaleco y una papaterra.
Otros afortunados
José Daniel Sarchetti y su hermano Fabián, de la barra pesquera Pirakutú Guazú de Posadas, se quedaron con la Challenger Boga con la captura de un ejemplar de 52 centímetros. Es el segundo trofeo por pieza mayor que obtiene la barra en menos de un mes, ya que el 21 de septiembre habían logrado la Challenger “José Luis Tamborini” en el Torneo Día del Médico con una raya de 61 centímetros.
La Challenger a la pieza mayor de cuero fue para Carlos Braetz y Eduardo Oliynek, con un manguruyú pintado de 68 centímetros. Y el equipo integrado por Alberto Gerardo Ojeda y Gerardo Tomás Ojeda, del Pira Pytá, se llevó el Challenger de Pacú, con un ejemplar de 44 centímetros que fue fiscalizado a las 23.23 del sábado. Los pescadores se quedaron con el trofeo por desempate (por horario de captura), ya que hubo otro pacú de la misma medida.
El premio a la dama mejor clasificada viajó a Encarnación, ya que los 1.820 puntos le alcanzaron a Teresa Aguirre para quedarse con esa mención. El pequeño Valentín Duarte, nieto de la pescadora Lidia Horianski, vino de Buenos Aires, salió al río y se llevó el trofeo al menor mejor clasificado, con 980 puntos.
La sorpresa del torneo fue la participación del un venezolano que andaba por la región y su fanatismo por la pesca lo llevó a subirse a una lancha y ser parte de las 20 Horas. Adriany Gómez Oliveros, de Valencia, en el estado de Carabobo, pescó a casi 4.000 kilómetros de su casa y volvió con una distinción.
Otra sorpresa de la competencia fue que el reconocimiento a la delegación más numerosa esta vez no fue para un club, sino para una barra pesquera: Pirakutú Guazú de Posadas, que participó con ocho equipos.
El día que todos supieron de “Ponky”
El domingo al mediodía los pescadores participaron en el almuerzo de camaradería y entrega de premios. Primero se sorteó una bicicleta todo terreno entre los 102 equipos que cumplieron con la consigna de retornar a la costa con sus residuos y entregarlos a los organizadores, medida que busca evitar la contaminación del río. Y la suerte quiso que fuera para los paraguayos Víctor Benítez Acevedo y Alejandro Garay Giménez, de Carmen del Paraná.
Pero los 105 equipos que participaron de las 20 Horas estaban ansiosos para saber si serían los afortunados ganadores del traker con motor Yamaha 40. A media tarde del domingo, el bolillero quiso que el flamante equipo integrado por Juan Pouch y su sobrino, Bruno Espíndola fuera el ganador. Emocionados hasta las lágrimas, subieron al escenario y se estrecharon en un abrazo con el presidente del Pira Pytá, Oscar Bossi.
Y tenía motivos para estar emocionado Juan. El pescador tomó el micrófono y abrió su corazón como pocas veces había ocurrido antes. Contó que recién el año pasado empezó a participar en las 20 Horas, que sacó muy pocas especies en esta edición. Y que más allá de lo valioso del premio, su corazón seguía estrujado. Es que hace un año un cáncer se llevó la vida de su hija Valeria, de dos años. “A mi lancha le puse de nombre ‘Ponky mi ángel’ y así se va a llamar ésta también”, dijo mientras las lágrimas se escurrían por sus mejillas en la calurosa tarde. Nadie se movió de los asientos, todos sintieron el dolor de Juan.