La llegada de la segunda etapa durante la tarde del sábado tuvo, además de la emoción propia de la competencia, mucho de historia. El encargado de la bandera a cuadros fue el emblemático Teófilo Zurdel (87), uno de los protagonistas de la última Vuelta a Misiones que se había realizado hace 60 años. Nadie mejor que él para estar en ese lugar y recibir a los mejores ciclistas del país.
“Me tiembla todo el cuerpo de la emoción, como si me pidiese estar corriendo junto a ellos. Sé que es imposible por la edad que uno tiene, pero es una emoción tremenda volver a vivir una Vuelta a Misiones”, le confió ayer a EL DEPORTIVO el aún ciclista, quien pese a su edad pedalea todos los años hacia Itatí. Ese es su secreto para mantenerse activo y engañar al paso de los años: cualquiera menos años de los que realmente tiene Zurdel.
Mientras los últimos ciclistas cruzaban la meta en la avenida Costanera, Teófilo recordó que años atrás había conformado un grupo con el que habían intentado revivir la Vuelta. “Tiempo atrás lo habíamos pensado, incluso hicimos un plano de la probable ruta y todo, pero siempre tropezamos con lo económico, que no es para nada fácil”, recordó emocionado, tras lo cual agregó que “ojalá esto se mantenga con el tiempo, porque para la provincia es muy bueno”.
Sobre aquella Vuelta de los años cincuenta, Zurdel tiene varios recuerdos. Y revive esas añoranzas mientras acompaña la caravana que ayer recorrió 141 kilómetros, desde Alem -pasando por Oberá- hasta Posadas.
“Esto es muy emocionante, el deportista se juega todo. Recién lo veía al misionero Diego Báez, el muchacho de San Ignacio. Se quedó un poco atrás, pero recuperó y volvió a alcanzar el pelotón. Yo lo veía pedalear, con toda esa potencia, y me hizo acordar mucho a todo lo que vivimos hace 60 años por estos caminos”, aseguró.
Teófilo mantiene su pasión por el ciclismo y no sólo en el taller de bicis que tiene sobre avenida Rademacher de Posadas, si no también, pedaleando, pese a sus casi 90 años.
“Todos los años, cuando vamos a Itatí, me mezclo y pedaleo con los más jóvenes. Y ahí me siento un joven más. Nunca dejé de pedalear. Si me quieren ver, todos los domingos a eso de las 9 vengo a pedalear acá a la Costanera”, invitó Zurdel quien, entre risas, aclaró: “Siempre y cuando no haga frío”.
Por último, Teófilo dejó una reflexión que, en realidad, es un verdadero mensaje. “Para mí, el ciclismo es todo. Es la salud del pueblo. Cuando la gente se acostumbre a pedalear, va a ocupar menos medicina, va a haber menos enfermedad”.
La pasión se lleva en la piel
Juan Cruz Sosa es de Viedma y corre para el equipo rionegrino Shania. Como todos los participantes, vive el ciclismo como una pasión. Pero a diferencia de otros, resolvió llevarlo en la piel.
“Esto simboliza la pasión por el ciclismo, me lo contagiaron mis hermanos. Empezamos con el mountain bike, porque allá no hay mucho en ruta”, le contó a EL DEPOR, mientras exhibía el testimonio de su amor por el pedal, en la pierna derecha. “Esto es una pasión, lo tomamos como un trabajo. Más allá de todo el esfuerzo, se disfruta muchísimo”, cerró.