El showroom de Macarena se encuentra en pleno microcentro de la capital provincial, en un departamento de un edificio. Hace tres años lo creó y hoy es su única fuente de ingresos. Ella tiene 21 años y estudia la Licenciatura en Turismo. “Con lo que gano puedo pagar el alquiler y cubrir todos mis gastos”.
Como su caso hay otros muchos: en los últimos años, el fenómeno showroom se multiplicó y su vidriera son las redes sociales: ropas, muebles, artículos de decoración, productos que llegan de Estados Unidos, China o Brasil.
No se sabe cuántos negocios en casas o departamentos hay. Tampoco dónde se encuentran ubicados. Ni está cuantificado el dinero que mueven mensualmente.
Aquellos que tienen comercios a la calle se encuentran con que deben sortear un contexto signado por menores ventas y una incesante suba de costos. Y saben que un showroom es parte de su competencia, pero no saben cuánta venta les quita en realidad.
“Es cierto, no pagamos impuestos porque es un negocio dentro de nuestra casa”, reconoció Florencia, de 20 años, pero “muchas lo hacemos porque no tenemos dinero para alquilar y pagar todos los gastos que implica habilitar un negocio. Sé que es una gran competencia para los que sí pagan impuestos, pero en mi caso es mi única posibilidad”.
Una vidriera virtual
Los productos que vende Florencia son argentinos, “de Buenos Aires y de Rosario”. Y sus clientes la encuentran en las redes sociales Instagram y Facebook.
La historia de Florencia es parecida a las de otras mujeres que encuentran una alternativa laboral. “Una forma para ganar dinero y soportar la situación”, sintetizó Lorena, de 35 años, que vende vestidos de fiesta, carteras y accesorios, todo importado desde Brasil.
Elizabeth tiene 27 años y estudia estética y spa. Hace dos años abrió su showroom que “surgió porque me gusta la ropa y quería tener un lugar” y con las ventas cubre sus gastos.
“Nosotros trabajamos con citas previas y prefiero el showroom porque genera menos gastos que un local a la calle. Hoy todos nos manejamos por las redes sociales, es nuestra gran vidriera”.
Y como su negocio marcha bien, hace algún tiempo que trabaja con una chica, con quien se turnan los horarios.
¿Es una competencia desleal?
“Sí, por supuesto”, afirmó a PRIMERA EDICIÓN el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas (CCIP), Carlos María Beigbeder. “Cuando abrís un negocio tenés que cumplir con una serie de requisitos: habilitaciones e inspecciones. Como los showrooms no cumplen con los requisitos legales, lógicamente son ilegales”, precisó.
Reflexionó que este tipo de fenómenos cobra auge “cuando hay crisis económica y la gente busca alternativas. La aparición de los showrooms es lo mismo que ‘La Salada’: generan una competencia diferente a la nuestra y es desleal porque a nosotros nos exigen un montón de requisitos que hacen que manejemos distintos precios”.
¿Es el motivo por el que muchos locales a la calle cierran? “Ahí tenemos un combo: Internet por un lado, los showrooms, La Salada y la crisis. Bueno, todo esto genera una competencia que precariza a todo el resto de las instituciones”, evaluó el titular de la CCIP.
Un showroom, al igual que cualquier otro comercio, debería tener todos sus empleados en blanco, declarar el 100% de su mercadería y facturar todas sus ventas. Sin embargo “esa clase de negocios atenta contra toda la cadena: difícilmente tenga a sus empleados en blanco, no hace publicidad en los medios tradicionales -radio, diarios o televisión-, sólo por las redes sociales… Es muy nocivo para toda la cadena de valor”, sentenció Beigbeder.