Ante la preocupación de padres y docentes capitalinos por el avance de las adicciones entre los jóvenes, señalan la necesidad de un trabajo voluntario en red para generar campañas de prevención entre diversos agentes sociales. Como particularidades del consumo, destacan que no se puede hablar sólo de drogas o sustancias, sino también de elementos tecnológicos cada vez más arraigados que generan una dependencia en niños y adolescentes posadeños.
Así lo comentó a PRIMERA EDICIÓN uno de los impulsores de esta iniciativa, el psicólogo Raúl Gallardo: “La idea es empezar a desarrollar conciencia y trabajar conjuntamente entre organismos locales e instituciones. Hoy no existe un trabajo profundo y articulado en estas situaciones, entonces la red que buscamos conformar sería un límite frente a lo que denominamos ya como una enfermedad social. No se trata sólo de atender una enfermedad, sino evitar que más jóvenes y adultos caigan en una adicción”, explicó.
Al referirse a las enfermedades sociales, detalló que “son todas aquellas que tienen componentes externos, tanto del organismo como de la familia, ya que el grupo no provee la sustancia, el porro o la cocaína. Una excepción en este caso es el de la tecnología presente en los hogares, donde la adicción a los videojuegos, por ejemplo, está definida por la OMS como un trastorno mental y no podemos tomarla sólo desde el punto de vista individual”.
En este sentido, al hablar de adicciones ya no se puede hablar sólo de drogas. Gallardo reflexionó al respecto que “las pantallas están en todas partes y al alcance de los chicos. Las nuevas tecnologías influyen en las relaciones sociales y permiten un acercamiento importante en lo comunicacional. Sin embargo, cuando acercamos artefactos tecnológicos a niños en pleno desarrollo, éstos reciben todo tipo de estímulos visuales y comienzan a experimentar cuando su organismo aún no se encuentra preparado. Posteriormente, pueden dar inicio a una adicción, con la posibilidad de generar daños a la vista o incluso a nivel neuronal”.
En cuanto al rol de los adultos, señaló que “los padres en esto no tienen la intención de hacerles daño a sus hijos, sino que los quieren tranquilos y en silencio. Desde que son bebés comienzan a darle un celular y ahora tenemos chicos que ya tienen su equipo a los 8, 10 o 12 años, cuando aún necesitan un control sobre ellos”.
El psicólogo apuntó a que es necesario accionar antes de que aparezcan los primeros síntomas de adicción. “En líneas generales, las señales son de acuerdo al tipo de adicción, algunas de ellas pueden ser: cuando un joven desatiende sus intereses o amistades; está irritado o desganado; sucede también que llaman a los padres del colegio porque se duerme en clase; el temperamento comienza a cambiar; pueden notar irritación en los ojos. A nivel tecnológico, con las pantallas también pueden presentar menos tolerancia a la frustración o se aíslan en el cuarto con su computadora y los juegos. Un adolescente así suele estar tranquilo en su ámbito pero si lo sacas de ahí se produce en él un malestar”, sintetizó.
Puntualmente sobre el uso de drogas en Posadas, Gallardo indicó que “está presente no sólo en los colegios sino en la calle, con el consumo de alcohol como una puerta de entrada a una adicción. En las escuelas, organismos o lugares de trabajo siempre existen personas que se drogan porque ésta irrumpe todos los ámbitos. Entonces la idea de conformar una red es para concientizar sobre la presencia de las adicciones en el mercado porque todos tenemos un chip del consumo. Ahora los jóvenes se enganchan más rápido y como padres y profesionales, tenemos que estar permanentemente en los medios, hablando en las escuelas y en contacto con organismos, para de esta manera poner un límite real porque la prevención representa un costo menor que el proceso de curación”.