Todo torneo que se precie debe contar con un Tribunal de Disciplina apto para tal fin. La Liga Interprofesional de Fútbol Amateur de Oberá no es la excepción: el órgano, conformado por los mismos jugadores, tiene como premisa la buena convivencia más que las sanciones.
“Nos reunimos cada lunes, de manera de tener las resoluciones listas para la reunión de delegados de los martes, así pueden informar a sus jugadores”, explicó a EL DEPORTIVO uno de los titulares del Tribunal, Luis Jurjely.
El ente está conformado por cinco titulares (Raúl Laporta, Jurjely, Pablo Sieb, Omar Sosa Jost, Lucio Chuquel) y tres suplentes (Aníbal Benítez, Esteban Panasiuk y Javier Boichuk) y sigue las premisas del reglamento de LIFA, diseñado en base al de AFA, con adecuaciones propias del torneo, ligadas al comportamiento del público y jugadores.
En ese sentido y para garantizar la imparcialidad, además de la terna arbitral cada partido cuenta con un veedor, considerado por el Tribunal como un cuarto árbitro.
“Más allá de lo estrictamente deportivo se considera el comportamiento con el colega, con el amigo, compañero, rival circunstancial y jueces. En lo que va del año no tuvimos ninguna apelación, que es un derecho del jugador que considere que la pena no corresponde. Los informes nos llegan directamente a nosotros. Una vez que se toma alguna decisión, el jugador afectado puede leer el informe. Las resoluciones se toman en consenso y cuando está implicado un compañero de alguno de nosotros, directamente al que le corresponde se abstiene de votar”, explicó Jurjely.
Los integrantes del Tribunal deben cumplir ciertas condiciones, como tener una antigüedad mayor a 5 años y no haber sido expulsados, como mínimo, en los últimos 2 años. “Cada uno consultó previamente con sus compañeros. Es importante que exista una buena relación entre todos los equipos. Al final del torneo, vamos a charlar con los delegados para comentarles nuestro parecer a partir del rol que cumplimos”, cerró.