Todos aprendemos de todos cuando hay respeto. A veces somos maestros a veces aprendices…
Los actos y las acciones inspiradoras no tienen edad, rótulos, títulos, condición social, tienen humanidad, ética, respeto, códigos y valores.
Todos podemos aprender de todos si estamos abiertos a la vida y al amor.
Si podemos abrir nuestro corazón y ponerlo por sobre la razón, hemos dado un gran paso de crecimiento hacia el ser.
Los actos de buena voluntad nacen del alma y como tal no tienen pertenencia, y sí los podemos replicar, serán eternos e inmortales.
Una frase dicha con la conciencia de reparación no tiene dueño: es de la Vida, es de todos, es de aquellos a los cuales les genere una resonancia desde el amor y la unidad. Es ponerla en acción para que genere más acciones dispuestas a modificar y transformar aquello que necesite crecer y evolucionar.
¡Hay tanto tanto para hacer! Sólo se trata de comenzar un acto, una palabra inspira, enaltece y pone en acción las fuerzas de la evolución que están esperando ser despertadas en la naturaleza, para crear en amor y construir normas nobles e inspiradoras.
Todo suma, tus actos, tus pensamientos tus palabras, tus sonrisas y también los silencios, aquellos que se atesoran por ser tan poderosos si en vez de reaccionar aprendemos a vivir desde el silencio que conlleva la semilla de la buena acción.
Simplemente, deja que el amor que está encerrado en cada uno de nosotros se ¡libere! Él sólo es fuente de inspiración y de respeto.
Ante la presencia del amor, la verdad se impone y ya no hace falta dar más explicaciones.
Deja que el respeto hacia la verdad y los altos ideales sean los compañeros en tu camino, ellos abrirán las puertas de tu destino y así serás un co-creador de la vida. Sólo con tu paso y tu mirada puedes ordenar en amor, no hace falta más nada sólo abrirse a la vida.
¡El amor y el respeto van de la mano y dejan al ego y al orgullo sin lugar!
Colabora
Patricia Couceiro
Máster Consteladora
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