“Pase, acá le mataron a él”, fueron las primeras palabras de Mercedes Boesing (68), quien recibió a PRIMERA EDICIÓN en su vivienda del barrio El Porvenir II, para relatar la noche de terror que sufrió a manos de los dos delincuentes que segaron la vida de su compañero, Víctor Roberto Días (74).
La señora contó que hace algunos días ambos habían cobrado sus respectivas jubilaciones, pero entre el pago de cuentas a ella no le quedó más de 600 pesos para “estirar” hasta fin de mes.
Eran aproximadamente las 23.35 del viernes y ambos estaban mirando televisión en sus respectivas habitaciones. Don Víctor adelante y ella en la pieza del fondo. Sucede que no eran pareja, sino viejos conocidos de Leandro N. Alem, que luego de las vueltas de la vida fortuitamente volvieron a encontrarse en Posadas. Ella estaba a punto de apagar su TV cuando escuchó golpes que venían de adelante.
“Enseguida escuché los gritos de él que decía ¡quién es, qué pasa, qué quieren muchachos! y por último, ‘no por favor, no’, gritaba él”, relató compungida Mercedes.
Yo me levanté y no me quise arrimar porque me di cuenta de lo que pasaba. Primero me escondí detrás de la heladera. Temí que también me hicieran algo a mí. Escuchaba gemidos como si estuvieran forcejeando. Ahí pensé, si me encuentran me van a matar, entonces salí por la puerta trasera y me escapé hacia lo de una vecina a pedirle ayuda y que llamara al 911″
La víctima prosiguió su relato expresando que temblaba de miedo y sentía como si su corazón se le fuera a salir. Le pidió a su vecino que la acompañara a ver qué estaba pasando. Cuando caminaron por la calle al lado de la casa, adentro aún escuchaban ruidos.
“Yo grité ¡policía, policía, socorro! Y fue ahí, que uno vestido de negro salió corriendo con algo abajo del brazo”. Pero el otro malhechor había quedado revolviendo la casa y se había metido en la habitación de Mercedes a llevarse su teléfono y lo poco que había. Antes de irse intentó arrancar el viejo Volkswagen Gol que estaba en el garage. “Entre el miedo y la bronca le grité ¡el auto no anda, chorro de mierda!”. Su celular quedó dentro del auto, ensangrentado.
“Cuando ellos se fueron, yo me animé a entrar en compañía del vecino. Ahí lo vimos a Víctor, estaba con las manos atadas atrás, acostado de lado, amordazado con la funda de la almohada y ensangrentado. Yo que había sido enfermera le busqué el pulso y me di cuenta que ya estaba muerto. En ese momento estallé en llanto. No podía entender que le hubieran hecho eso a un hombre tan bueno”, se lamentó.
Frente a la casa, otro vecino se había inquietado con los gritos. Se llama Esteban y tiene 20 años.
“Yo estaba acostado y escuché que la señora pedía auxilio. Miré por la ventana y vi que había un muchacho queriendo arrancar el auto. Miré hacia la parada de colectivos y vi a una persona de negro parada en ese lugar. Me levanté, me vestí y cuando salí, ese pasó corriendo a encontrarse con el otro. Le pregunté a un vecino qué pasaba y me dijo que habían entrado a robar y que cuando el ladrón pasó al lado de otra vecina le dijo que era ‘algo personal’ lo que había pasado con Víctor”, indicó Esteban (20). Ese fue el ardid que usó el delincuente para desligarse de lo que hicieron.
Mercedes comentó a PRIMERA EDICIÓN que según rumores que le habían llegado, el hombre tenía intenciones o había sacado un préstamo de 70 mil pesos. “Eso yo no lo sabía. Tal vez se lo contó a alguien y por eso lo vinieron a asaltar”, señaló.
Viejos conocidos
La señora explicó que si bien convivían, no eran pareja. “Éramos muy amigos, casi como hermanos”, subrayó. Hace diez meses él había llegado al barrio preguntando para comprar un terreno y llegó hasta la casa de Mercedes.
“Llegó hasta mi casa y le dije que su cara me era familiar y ahí supimos que su señora había trabajado en el hospital de Alem, donde yo también trabajaba. Cuando había algún brindis de fin de año, yo lo solía ver”, recordó. “Entonces le propuse que viviéramos en la misma casa, cada uno en su lugar y cuidándonos mutuamente”.
Mercedes recalcó que su compañero era una persona muy buena y muy alegre. Ese mismo viernes lo había venido a visitar su hermana de Buenos Aires. “Estaba muy contento porque había venido a visitarlo. Justo antes de las fiestas recorrió toda la provincia visitando a su gente y a los amigos que le quedaban. Sólo le faltaba la hermana y justo ella apareció. Estaban a las risas” señaló.
Don Víctor era jubilado de la construcción y además le gustaba tocar chamamé. Con sus amigos solía aparecer en la tele, pero cuando ellos fueron muriendo él se quedó sin alguien con quien tocar, detalló su compañera.
“Se llevaron pavadas que no valen ni 500 pesos. Mataron a una persona por nada. Estoy muy triste porque no pude socorrerle”, sentenció afligida Mercedes.
La señora valoró y agradeció el accionar de la comisaría Decimoquinta y de la Policía en general, que a las pocas horas capturaron a los delincuentes. Subrayó que los agentes la acompañaron y asistieron en los primeros momentos de dolor.