* Permanecer en lugares frescos y ventilados, vestir al niño con ropas claras y holgadas, mojarlos con frecuencia, evitar la actividad física intensa, protegerlos de la exposición al sol en forma directa, por lo menos entre las 10 y 16 hs, usar sombrero, comer liviano, ingerir líquidos frescos frecuentemente, aumentando en algunos casos entre un 25 y un 50 por ciento la cantidad habitual, e incrementar la frecuencia del amamantamiento en los más pequeños son algunas de las principales recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría.
* Síntomas como dolor de cabeza, náuseas, vómitos, mareos, decaimiento, irritabilidad, desmayos, sudoración excesiva, piel roja y caliente, tendencia al sueño y debilidad muscular o fiebre, podrían estar indicando la presencia de un ‘golpe de calor’ en el niño y ameritan la inmediata consulta con el pediatra.
“La ingesta de líquido por parte de los niños en cantidades adecuadas es fundamental siempre, pero sobre todo en épocas de calor en las cuales la pérdida del agua corporal a través del sudor es mucho mayor, por lo cual los requerimientos de líquido diarios se incrementan considerablemente”.
“Es importante en estos días ofrecerles agua fresca a cada rato. Mientras que a los bebés menores de seis meses que se alimentan con lactancia materna en forma exclusiva se les debe ofrecer el pecho en forma frecuente en épocas de calor, dado que son más vulnerables y proclives a presentar deshidratación si no se les garantiza un aporte de líquido adecuado”, subrayó Esteban Rowensztein, médico pediatra y secretario del Comité de Pediatría General Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría.*