En la Argentina en la que nada es seguro, mucho menos lo que sale de la Casa Rosada, todo parece indicar que esta semana tendremos una buena noticia… una entre tantas pálidas a las que nos fuimos acostumbrando durante el año que va concluyendo.
Al parecer, y si nada raro surge en lo inmediato,los precios de los combustibles experimentarían una baja que, se baraja, estaría entre el 2 y el 4%.
La modificación de precios, que se espera encabece la estatal YPF, tiene su explicación en la caída del barril de crudo internacional, que ya lleva varias semanas; y en la relativa calma cambiaria, teniendo en cuenta que el dólar no se salió de las bandas entre las que no intervendrá el Banco Central.
Con todo, también es vital advertir que la hipotética baja representará un mínimo respiro para los usuarios que durante todo el año soportaron incrementos del 70%.
Si de aliviar la presión sobre los bolsillos se trata, debería el Gobierno ir más a fondo y, por ejemplo, establecer tarifas razonables para el consumo de energía. No vale lo mismo un kWh en el Centro del país que en el Sur. No es lo mismo el metro cúbico de gas en Ciudad de Buenos Aires que en Candelaria. No son las mismas condiciones y por lo tanto deben tener su excepciones.
Y tampoco es justo pagar tarifas dolarizadas del primer mundo por servicios cuasiprecarios del subdesarrollo.
Avanzar sobre esas premisas y establecer un sistema más federal y por tanto justo representaría el alivio que se merecen los argentinos por seguir soportando gobiernos con resultados muy por debajo de las plataformas de campaña que desarrollan.
Pero bueno, en tiempos de vacas flaquísimas habrá que conformarse con poco y eso es lo que, parece, sucederá en las próximas horas con los precios de los combustibles.