Apenas pasaron cuatro días de la dura noticia que recibió Nilda. El sábado último en horas de la madrugada le informaron que algo había pasado en la casa de su hermano, en calle Chile casi Corrientes.
Raúl Aquino (52), enfermero de profesión, apareció muerto dentro de su vivienda. Presentaba golpes, había sido asfixiado con una media que el o los asesinos le colocaron en la boca, para posteriormente prenderlo fuego.
Desde ese día los medios trazaron un perfil sobre quién era Raúl, y por ello Nilda, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, pidió que haya respeto ante el duelo de la familia.
“El caso está en plena investigación y deben ser muy meticulosos en la información que mencionan”, reclamó. “Lo más urgente es que detengan al autor o los autores del homicidio, y en segundo lugar espero poder conocer por qué mataron a mi hermano de la forma monstruosa en que lo hicieron”, agregó.
La mujer, quien además es presidente de la comisión vecinal, agradeció a las personas que de forma espontánea se acercaron a la comisaría Decimosexta a aportar datos sobre el hecho.
Raúl hacía 25 años que trabajaba como enfermero en la Municipalidad de Posadas. Sin embargo, fuera de esa actividad, se dedicaba a realizar tareas solidarias en los barrios más carenciados de la ciudad.
La hermana recordó que luego de conocerse la lamentable noticia, mucha gente, entre conocidos y amigos, fueron a esperar a que el cuerpo de Raúl saliera de la Morgue Judicial. “Eso dio cuenta de la clase de persona que fue mi hermano”, destacó.
Entre todas las cosas que se hablaron de la vida del hombre, Nilda Aquino remarcó que la casa y el inquilinato en el que vivía “estaban a su nombre, ya que él era el heredero de la propiedad de mis padres”.
Por otra parte, pidió encarecidamente a las autoridades de seguridad de la provincia que instalen cámaras de vigilancia en la chacra 43, más conocido como barrio Patotí. Recordó que allí, algunos vecinos tienen monitoreo propio en su casas y ellos facilitaron las imágenes para colaborar con la investigación.
Entre lágrimas Nilda lo recordó: “Nosotros éramos muy cercanos, él era una persona de buen corazón, sensible, muy servicial y muy instruído. Con él armamos el proyecto de mejoras que necesitaba el barrio”.
Para salir adelante en este momento de pérdida y de gran tristeza, comentó que se apoya en la “Justicia de Dios” y remarcó que apoya toda su confianza en la Justicia misionera para que se conozca la verdad, se capture a los implicados y que el hecho no quede impune.
La noche del crimen, él o los autores tomaron la billetera de Aquino y escaparon raudamante del lugar a bordo de un Toyota Etios de color azul, propiedad de la víctima.
El vehículo fue hallado horas después abandonado en la intersección de las calles 85 y 192, a pocas cuadras de la avenida Alicia Moreau De Justo, en el barrio denominado Lucero.
La autopsia realizada en la morgue judicial indicó que el enfermero murió a causa de una asfixia por obstrucción, provocada por la media en las vías respiratorias.