
Mónica es docente por elección y por vocación. Trabaja incansablemente, con todos los por menores que enfrentan los docentes. Incansable muchas veces termina involucrada en situaciones de esas en las que uno quisiera poder hacer algo, pero hay todo un sistema que nos impide involucrarnos en algunos temas.
Mónica y Luis, su compañero de vida, no pasan de largo si hay necesidad de alimentar a un niño o ayudar a un necesitado. Ellos construyeron su pareja con pilares muy fuertes, que soportaron grandes tormentas. Hoy disfrutan de una vida llena de buenos valores, sus hijos ya grandes pero “cuidando sus viejitas”.
Moni ama pintar, y si pudiera lo haría las 24 horas del día, pero también hay que trabajar, cocinar, limpiar y bueno ya saben, todo lo demás.
Un día me dijo: “hace mucho te buscaba, al fin te encontré”.
Yo no entendí al principio, ahora sí. Encontró otra loca (va con amor) que sería yo, como ella, que le sigue la corriente y mientras de pintar se trate no se habla más del tema y lo hacemos.
Su mayor motivación es pintar por amor, pintar perritos para su hija veterinaria, el caballo llamado “Tigre” que Luis ama, un abstracto para el hijo o la última cena para una amiga.

Sus ansias de pintar son tan grandes que las clases se extienden vía celular. Constantemente estamos en contacto haciendo seguimiento a la obra que está de turno. Me parece que nos estamos volviendo dependientes una de la otra. Si no contesto rápido, entonces llama. Si no atiendo, entonces viene. Yo aprovecho porque siempre hace falta alguien que cebe unos mates en el taller en los días que no le toca su clase.
Definitivamente la pintura debe ser algo mágico, inexplicable, porque no encuentro la forma de describir cómo es que estas cosas suceden, cómo es que me encuentro siempre con personas así tan maravillosas.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable
del Taller Monarcas.
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