Cuando llega un bebé a la vida, desde su nacimiento lo van preparando y enseñando muchas cosas para el bienestar y supervivencia de su existencia, y el niño así aprende a comer solo, ir al baño solo, caminar, aprende a hablar, incluso aprende a relacionarse y las maneras más adecuadas respetando, compartiendo y quizás también cediendo.
Desde pequeños aprendemos todo lo necesario en teoría para nuestro futuro, vamos incorporando saberes día a día, año a año, que nos hacen sentir en algunos casos más seguros y en otros casos más inseguros, según la cantidad de límites y las formas en las que hayamos aprendido.
Pero no se enseña lo más importante, no se enseña a ser feliz.
No nos enseñaron a disfrutar de lo que hacíamos, a disfrutar de las amistades, la familia, los quehaceres de la casa, los espacios escolares para luego disfrutar los espacios en el trabajo, los esfuerzos pero también los logros. No nos enseñaron a disfrutar y ser felices.
No nos enseñaron y no enseñamos tampoco hoy que ser felices y elegir serlo son las herramientas básicas para vivir. Para disfrutar y hacer con amor todo lo que hacemos a diario.
Ser feliz es el combustible, sin felicidad solo vamos como máquinas haciendo lo que hay que hacer.
No se enseña que se puede elegir, elegir lo que me hace feliz no lo que conviene o lo que otros quieren, elegir ser feliz más allá de las lógicas y los miedos, y que elegir está bien y es un derecho, todos tenemos derecho a elegir lo que nos hace felices.
Veo a muchos padres enseñar a sus hijos a ser respetuosos con los demás pero ¿enseñamos a ser respetuosos consigo mismos? ¿Qué los hace felices? Un niño siempre sabe lo que quiere, quienes no sabemos lo que queremos muchas veces somos los grandes, no sabemos lo que queremos justamente porque muchas veces nos dijeron qué debíamos querer, elegir, porque es lo que correspondía, lo que estaba bien.
¿De qué sirve enseñar a tener una profesión digna, si no es digno de ser feliz con lo que se hace? ¿De qué sirve tener todo lo que debería tener si no me hace feliz? Y acá existe un gran bache emocional, porque muchos no saben lo que los hace felices, muchos creen que algo los hace felices hasta que lo tienen y quieren otra cosa.
Muchos no se conocen, muchos no se ven, solo van, en automático.
¿Queremos un mundo mejor? Enseñemos a ser felices, quien es feliz no molesta, no critica, no se queja, es feliz y vive en paz, amando y disfrutando.
John Lennon contaba que cuando era pequeño su madre le decía que la felicidad era la clave de la vida y que cuando su maestra en la escuela les pregunto qué querían ser de grandes, el contestó que quería ser feliz. Su maestra le dijo que no entendió la pregunta, él le respondió que ella no entendía la vida.
Empecemos por casa, primero por mí y luego con los que me rodean, es tan obvio pero tan descuidado, es tan simple pero tan lejano, saber que sólo necesitamos ser felices para que todo lo demás se acomode solo.
Colabora
Natalia de las Nieves
Coach y Terapeuta
Motivacional
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