Lo que nos da vida y nos hace sentir que existimos es la mirada del otro, el reconocimiento del otro. Cuando alguien no es visto o ignorado su existencia desaparece y es peor que morir, que matar, porque quien muere es recordado aunque su cuerpo no esté, pero quien es ignorado deja de existir en el universo entero, en todos los planos, en todos los sentidos, desaparece su alma, su existir.
Se mata más a una persona ignorando que olvidando porque quien olvida sabe que existió y lo recuerda cuando lo nombran, pero quien es ignorado carece de importancia, lo que suceda con ese ser no tiene valor, no tiene registro.
Cuántas personas vemos a diario que buscan ser vistas para existir de tantas maneras y pareciera ser que cuanto más insisten más ignorados son y es obvio, las maneras en las que piden ser vistos casi nunca son las más saludables.
Una persona que no es vista ya viene con un caudal de valor muy escaso y es poco probable que encuentre formas lógicas de comunicación y pedido de auxilio existencial; lógicas en lo que llamamos normal dentro de la normalidad de la sociedad porque lo normal en realidad es lo que hacen todos cuando buscan amor, lo normal son las formas que encuentran las personas inseguras con su existir de llamar la atención, pataleando o llorando.
Y así ves personas que en primera instancia reclaman, luego se enojan, gritan, lloran, para luego enfermarse y quien sabe, suicidarse en varios casos extremos. Su existencia así tendría sentido, cuando alguien al fin noto que les sucedía algo o al menos eso es lo que piensa alguien que busca por todos los medios conscientes e inconscientes de existir. Si lloro me consuelan, si me enfermo me atienden, si me muero me extrañan.
La mirada del otro y el reconocimiento del otro mediante la comunicación, la intención de aceptación, de interés en cualquiera de sus formas da sentido de vida, da vida, vida que mueve a quien es visto porque ahora ya no siente que está solo, puesto que se une a otro que lo acompaña en su existir incluso más allá de la muerte porque cuando muera seguirá existiendo en quien lo recuerda con cariño, su existir puede ser eterno.
La mirada del otro incluye, une, los hace tribu y comunión de quienes son. La mirada del otro y la atención al reclamo dan sentido de pertenencia a algo, sentido de que se existe para algo y para alguien.
Ese sentido de existencia para algo y para alguien lo llevamos todos en nuestras pasiones, en lo que somos, que siempre es ser nosotros mismos, pero para otros ofreciendo y dándonos para otros desde lo que nos sale bien, desde lo que somos capaces de hacer, de dar. Y en ese dar existimos y vivimos.
¿Cuándo miramos y damos existencia al otro? Cuando lo aceptamos tal cual es, cuando lo miramos a los ojos dando lugar, cuando lo escuchamos, cuando nos interesa lo que dice, cuando aceptamos las diferencias pero aún así damos lugar al abrazo y a la contención, cuando comprendemos y entendemos, cuando lo hacemos participe de nuestras vidas tanto en lo bueno como en lo malo porque hacerles participe de lo malo también es decir que confiamos, nos apoyamos, es útil, importante, contenedor, capaz.
Seamos más solidarios y ayudemos a la existencia del otro, ignoremos menos y hablemos más.
Colabora
Natalia de las Nieves
Coach y Terapeuta Motivacional
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