Cuatro colectivos partieron desde la ciudad capitalina con destino a Asunción Paraguay, con la esperanza de ver jugar a Boca contra Libertad, pero la travesía se convirtió en toda una odisea. Tardaron varias horas y algunos llegaron para el segundo tiempo del partido. Debieron organizarse entre los pasajeros para ingresar a la cancha, ya que no contaban con un guía como prometió la empresa de viajes, que ahora afronta un reclamo en conjunto entre los pasajeros.
Santiago González relató a PRIMERA EDICIÓN lo sucedido en este recorrido “organizado por la empresa El Jesuita Viajes”. Para empezar, “se ve que el chofer no tenía idea de dónde estaba yendo, porque faltando 80 kilómetros para llegar se equivocó de ruta e hizo 10 kilómetros para cualquier lado, hasta que se dio cuenta. Cuando llegamos a Asunción nos llevó a la Cancha de Cerro Porteño en vez de la de Defensores de Chaco, donde fue el partido”, indicó.
Estos fanáticos boquenses llevaban esperando con ansias este viaje, pero nada salió como esperaban. “Nuestro micro llegó a los 30 minutos del primer tiempo. Otro que venía con gente de Eldorado e Iguazú, llegó para los 10 minutos del segundo tiempo. El viaje nos costó 3.500 pesos, los cuales incluían la entrada, que valía 40 dólares, para acceder a un sector que nunca vimos, porque cada uno se acomodó donde pudo para ver el partido y terminamos yendo a la popular, con los barras bravas”, criticó González.
Desde el comienzo esta salida mostró señales de poca organización. “Nos citaron a las 8.30 del jueves y terminamos saliendo a las 10. Supuestamente iba a estar coordinado, pero entre los cuatro colectivos que salieron desde Posadas, el guía se fue en el primero y después nunca más apareció por los otros tres. Cada colectivo se tuvo que manejar por su cuenta. Un pasajero de cada micro tuvo que hacerse cargo de pedir los documentos y hacer los papeles en la Aduana, a la cual llegamos cerca de 10 y 15 y nos tuvieron hasta cerca de las 13 para hacer todos los trámites”, añadió.
En Asunción, el panorama no mejoró para estos turistas. Santiago González aseguró que “antes de entrar a la cancha entre los pasajeros quedamos en juntarnos para volver a los colectivos. Al salir nunca nos avisaron dónde estaban los micros, así que caminábamos por los alrededores buscando caras conocidas que se sumen al grupo mientras encontrábamos el colectivo. Era en una zona oscura, de un lugar que no conocíamos y sin ningún guía”.
Además hubo inconvenientes para acceder al estadio. “Un señor nos dice que tuvo que comprar otra vez las entradas porque las que les dio la empresa eran truchas. En la cancha se manejan con lectores y cuando pasaban sus tickets les marcaba en rojo. No estaban habilitadas y tuvo la suerte de tener dinero para comprar afuera del estadio porque sino no iba a poder entrar en el partido. Era la única persona que le pasó pero tenía cinco entradas truchas, porque iba acompañado de su familia, era él y sus cuatro hijos”, recordó González.