POSADAS. De lunes a viernes, de 13 a 18, el tinglado del Centro de Residentes Correntinos y Misioneros es escenario de un acto de gran nobleza y entusiasmo: la educación.Ocurre que desde marzo en ese lugar funciona la Escuela para Adultos 9.054, a la que asisten unos cincuenta estudiantes, desde adolescentes a adultos mayores que buscan saldar una deuda pendiente: terminar la escuela primaria.“Cuando recién empezaron las clases los chicos y grandes venían medio tímidos, pero ahora se desinhibieron y están entusiasmadísimos, y no importa si llueve o hace calor, todos vienen a clases sí o sí”, destacó a PRIMERA EDICIÓN María Ester Pereyra, tesorera de dicho centro.Asisten alumnos de barrio Belén, Grippo y de distintos sectores de Itaembé Miní. Todos ellos fueron convocados personalmente por la directora, Rossana Saldaña, y las maestras a cargo, quienes desde febrero caminaron casa por casa para invitar e inscribir a los jóvenes y adultos. Un espacio de crecimientoAntes de sentarse a la mesa que usan colectivamente como pupitre, los alumnos izan la bandera. Cuelgan el pizarrón verde en una de las columnas del tinglado y comienzan a estudiar las diferentes áreas con la guía y coordinación de las docentes. “Ramona (63) es la mimada de la escuela, ahora está feliz porque escribe y ya puede leer, aprendió en tres meses”, destacó PereyraDos veces por semana tienen informática y taller de tejido. Este último está a cargo de Marta Pérez, docente que vive en la zona y brinda clases en distintas escuelas. Actualmente once mujeres aprenden con ella “y cada vez se suman más”, destacó. Las técnicas trabajadas son crochet, tricot, tunesino, macramé. “Es muy bueno que e sumen porque el tejido puede ser fuente de ingresos, de un emprendimiento laboral propio”, destacó. Entre las alumnas, hay una madre con cuatro hijas mujeres que a su vez trajeron a sus amigas.“Llueva o truene todos los estudiantes vienen a clases y creo que esa es la única forma que encuentran de agradecer el hecho de contar con una escuela donde poder completar sus estudios. Dejan por un rato sus actividades domésticas y vienen. Es muy gratificante porque sentimos que le dan importancia a nuestro trabajo”, destacó Pérez.





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