En Dios proveerá necesitan mercadería para alimentar a más de setenta niños. A pesar de las donaciones, Miguel Lito López y Juliana Chamorro no dan abasto con la demanda que se genera en el barrio La Cantera.
APÓSTOLES. Después de ver que un niño comía restos de cebolla cruda, Miguel Lito López se convenció que debía crear un espacio para servir el almuerzo a los chicos de su barrio, La Cantera, situado en las afueras del casco urbano de la ciudad. Claro que no podía hacerlo sin consultar antes con su esposa, Juliana Chamorro que, sabiendo de la necesidad del vecindario, no dudó de la convicción de su compañero y convirtió su casa en un comedor. Como no tenían lo suficiente para empezar y las bocas que alimentar eran muchas, lo denominaron Dios Proveerá. Y así fue. Aunque el esfuerzo y sacrificio que la pareja pone de manifiesto diariamente no alcanzan para dar abasto a tanta demanda.
Los responsables están faltos de recursos y piden mercadería para seguir dando de comer a más de setenta chicos que hasta allí concurren con asistencia perfecta. Hay familias de la ciudad que colaboran, sin embargo nada parece ser suficiente. La pareja no recibe ningún tipo de asistencia gubernamental y si bien pidieron que nos ayuden quieren evitar que mediante esta intervención nos usen o hagan propaganda. Si lo hacen que sea de corazón, manifestaron.
En su desvencijada bicicleta Lito va en busca de la mercadería para que de lunes a viernes los chicos del barrio se acerquen a comer a su domicilio. En estos momentos pide ayuda para que la carga sea más abultada y pueda seguir brindando el servicio.
Necesitamos mercadería. Un plato de comida es indispensable para vivir, insistió el hombre, que aún tiene presente la imagen del pequeño tratando de matar el hambre mordiendo un trozo de esta hortaliza tan desagradable para muchos niños.
Ko` ape visitó el hogar y dialogó con Lito. Desde hace dos años estamos en esta iniciativa con mi familia. Le damos un almuerzo, merienda y desayuno. Es de lunes a viernes y representa un gran esfuerzo porque somos los dos los que vimos la necesidad de trabajar con esto y día a día, comentó.
Todo comenzó cuando vi a un chico comiendo cebolla cruda. Fue después de eso que le dije a mi señora que quería hacer un comedor. Empezamos hirviendo una cabeza de chancho y porotos, y no paramos hasta ahora. Son chicos del barrio, setenta u ochenta, que cada día parece que se turnan. Hacemos un gran esfuerzo.
En Dios Proveerá hace falta legumbres, arroz, azúcar y otras mercaderías porque no recibimos ninguna ayuda del Gobierno provincial ni del Municipio. Hacemos todo a pulmón. Hay sábados en los que hacemos empanadas para vender para el mediodía. Generalmente hacemos locro, pero con el calor no se puede. Hay mucha necesidad en esta zona. Además del alimento los chicos, hijos en su mayoría de tareferos de muy bajos recursos, no pueden ir a la escuela porque carecen de útiles.
Pero los responsables del comedor creen que no solo se trata de llenar la panza, por eso buscan que a los chicos, de tres a catorce años, también les quede una enseñanza. Tal es así que durante el año hay una joven que viene a dar clases de reciclado. Trae los materiales y los pequeños se entretienen. Saben que si participan en las clases, también se les suma la merienda, confió Juliana. Otra de las acciones es que al terminar de almorzar cada comensal aprende a lavar su plato.
Hay días en los que se quedan sin comer, pero allí no existen muchas opciones.
En su desvencijada bicicleta Lito sale de su casa y va en busca de la mercadería para que de lunes a viernes los chicos del barrio vengan a comer a su domicilio del barrio La cantera. Quienes deseen colaborar se pueden comunicar al (03758) 15414487 o al (03765) 15059040.
Discussion about this post